Komar, no aclares que oscurece

El ahora jugador de Rosario Central publicó un video en el que explica las motivaciones para irse de Talleres de la forma en que lo hizo. Sus palabras terminaron multiplicando el enojo de los hinchas porque ignora que firmó un contrato y pone su condición de hincha por sobre todo.

Pasará un tiempo hasta que la foto final de Juan Cruz Komar deje de arder…. Hay llamaradas que tienen una intensidad viva y no parece haber un mecanismo que ayude a desactivar la hoguera, entre el desencanto, la decepción y hasta la bronca, que se produjeron con la decisión del defensor de poner punto final a su experiencia en la “T”.

Hoy, con el muchacho que fue capitán de Talleres ya sincerado oficialmente como jugador de Rosario Central, a la patria futbolera con sede en Córdoba le cuesta comprender qué fue lo que pasó, por qué y qué parte de la historia es la que no se conoce para calzar las piezas de manera definitiva, si es que eso pudiera ocurrir. No resulta fácil comprender cómo un jugador que llegó a capitán sin que le sobrara demasiado en la cancha, haya ignorado sus responsabilidades como profesional priorizando sus deseos como hincha…

Un bidón con nafta

Después de apostar al silencio como toda editorial en las últimas semanas, Komar salió ahora a sostener su posición con una declaración grabada en la que compartió las verdades y circunstancias, que lo llevaron a dejar Talleres y firmar para Central.
Resumen de las declaraciones del futbolista, en este punteo:

– “(Andrés) Fassi hace todo lo posible para que no se dé (la transferencia a Central) pidiendo locuras y desilusionándome mucho.

– “Eso, sumado a un montón de cosas lamentables que pasan en el club, hacen que mi desmotivación sea total y no pueda seguir de ninguna forma”.

– “Intento encontrar caminos para cumplir mi sueño y salir del club de forma tranquila, hablándolo, pero mis manifestaciones no son respondidas”.

– “Tomo la decisión de irme en búsqueda de que se tome dimensión de la situación y valorándome como jugador y como persona”.

– “En lugar de solucionar rápido la situación, como hizo con otros casos ante jugadores que también dejaron de entrenar, (Andrés) Fassi busca exponerme, dañarme y dilatar todo lo más posible ante la imposibilidad de que se haga lo que él quiere”.

– “Finalmente cede y se llega a un acuerdo muy razonable pero con un problema mediático enorme, que podría haber evitado y que no hubiera pasado a mayores”.

– “Parece que los jugadores nos tenemos que bancar todas y que no podemos tener deseos. Y que si nos engañan o nos quieren manejar toda la carrera, tenemos que hacer como si nada y responder como máquinas. Seis años estuve en Talleres entregando todo, incluso más de lo que me correspondía como jugador. ¡Cómo no me voy a querer ir a jugar al club del que soy hincha! Y encima por una buena venta, que superaba cualquier otra oferta que haya tenido y que dejaba bien parado al club. Creo que hay que valorar otras cosas en la vida y en este fútbol donde todo se mueve por la plata (y a nadie le molesta eso) y los únicos que empujan con pasión son los hinchas”.

Contrato

¿Es necesario aclarar, una vez más, que Talleres y Juan Cruz estaban vinculados por un contrato? Ni siquiera en un equipo de barrio se tolera un desplante así. Ese documento que JCK omite mencionar es el que firman los amigos para cuando dejan de ser amigos y todo lo que se habló, puede quedar en el aire. De manera inconsistente, subraya el argumento de sus deseos personales y su condición humana para justificar lo que decidió, y denuncia la supuesta condición de sometimiento en la que se encuentran los futbolistas. Lo del contrato y ser profesional, no aparece en ningún lado.

Vale recordar que una cosa es el “contrato afectivo”, que suscriben los jugadores y los hinchas cuando se juran amor eterno y traicionar esa confianza está “prohibido”. Acá no hubo eso, ni mucho menos: la relación estaba escrita, firmada, con derechos y obligaciones. A menos que irse ignorando lo firmado, haya estado entre las facultades que le correspondían a Juan Cruz.

Al jugador, ahora se le vuelven en contra todos los antecedentes porque hizo lo contrario a lo que pregonó. Construyó una imagen con bajo perfil y militando silenciosamente con “hacer lo correcto”. No es que la gente lo amó de entrada, porque llegó a Córdoba como un jugador en formación que Boca descartó y acá encontró el ámbito para desarrollarse. No tenía un nombre ni era un consagrado; su rendimiento en la cancha fue absolutamente irregular y nunca fue un titular indiscutido, aunque eso no invalida su capital más preciado: logró que se lo reconociera como un buen tipo, un muchacho sensible y atento a la realidad social. Eso le abrió crédito en todas partes, incluso en la misma tribuna que suele juzgar de manera cruel a los que en el campo de juego se muestran discretos.

Vencedores vencidos

No se conoce cuál es el rol que le correspondió a Futbolistas Argentinos Agremiados ante el comportamiento de un socio que defrauda un compromiso. ¿Hubo alguna gestión mediadora, considerando que el factor de la discordia era un jugador de fútbol que ignoraba un contrato? ¿Alguien llamó por teléfono? ¿Hablaron con JCK? ¿O el gremio sólo aparece cuando le deben dinero a los “carteludos”?

Por último, un par de cosas:

1) El accionar de Komar logró algo muy difícil de cristalizar: los hinchas del fútbol de Córdoba se unieron en una causa común y se posicionaron en la vereda del frente de lo que hizo. Sin distinción de camisetas, a todos les dolió lo que pasó y hasta fueron solidarios con Talleres.

2) Que Fassi se defienda solo, porque lo hace muy bien. Sin embargo, toda esta novela significó un enorme rédito político para el presidente por la manera en que se plantó y defendió los intereses de Talleres. Hasta los hinchas que lo cuestionaban, ahora bajaron la guardia y se animan a un reconocimiento. ¿Y el vestuario? ¿Qué dirán los compañeros de Juan?

Lo peor que pudo pasarle a Juan Cruz Komar no fue la “frustración” de quedarse en Talleres o irse de la peor manera a Rosario Central. Está a la vista que no llegó a dimensionar que la palabra se respeta y los contratos, se cumplen. Es un tema legal, pero también una cuestión de honor.