El presidente de Talleres acusó al árbitro Andrés Merlos, de haberlo agredido. Fue en el marco de un reclamo por la eliminación del equipo cordobés contra Boca, por la Copa Argentina. El enfrentamiento contra la AFA no es nuevo: ahora pareciera haber llegado a un punto extremo.
La eliminación de Talleres hizo tanto ruido, que podemos hablar de las consecuencias durante todo un mes… Aún así, seguirán apareciendo derivaciones porque el fútbol argentino es un caldo de cultivo que nunca se agota.
Si las cuestiones deportivas y el análisis del juego no fueran suficientes para encender la hoguera, la supuesta agresión del árbitro Andrés Merlos contra el presidente albiazul, Andrés Fassi, ocupó y ocupará un lugar preferencial. Primero, porque certifica que las distancias, inicialmente filosóficas por el tema de las Sociedades Anónimas Deportivas, y ahora sinceradas a todos los frentes posibles, ponen al dirigente cordobés (y al club como consecuencia) en un escenario que no tiene retorno, enfrentado con el poder de Buenos Aires y llevando los límites mucho más allá. Y segundo, porque la denuncia de Fassi le da forma (con mucha pólvora) a un reclamo que siempre flota en el laberinto de los grupos de interés: la AFA manipula y direcciona los acontecimientos, aunque muchos directivos elijan el silencio para subsistir.
¿Qué posición adoptarán los presidentes de los otros 27 clubes de primera división, ante la denuncia de Andrés? Es cierto: antes hay que probar que la piña de Merlos existió, lo mismo que una patada de uno de sus asistentes contra otro directivo. ¿El sentido de la solidaridad logrará que se animen a decir, por ejemplo, que Barracas y Riestra llegaron y se sostienen en primera con arbitrajes escandalosos? ¿Tendrán el coraje de hacer públicas sus opiniones cada vez que vemos reglamentos flexibles e interpretables, a favor de los equipos más grandes?
Necesitamos mirar más allá de Talleres – Boca. En el país de los Campeones del Mundo, se juega la Copa Argentina sin VAR y pasa lo que pasa…. El poder de decisión arrincona a árbitros mediocres y los errores / horrores desatan el delirio, porque nadie se banca perder. Ni siquiera la aplicación del VAR puede ahuyentar ese tufillo a “tongo”, cuando jugadas calcadas son juzgadas con criterios diferentes.
Somos el país de la doble vara y nos encontramos con que los perjudicados de hoy tal vez fueron los beneficiados de la semana pasada. Por supuesto, los ecos no son los mismos… Hemos desarrollado la capacidad de denunciar algunas cosas y hacer la vista gorda en otras.
El disparador
Jugada para Boca. Ataque por la izquierda, el defensor Kevin Mantilla perdió la posición insólitamente con el delantero Brian Aguirre, regate hacia adentro eludiendo al arquero y gol. Las cámaras de la TV, con repeticiones desde diferentes ángulos, probaron que la pelota había salido unos centímetros, pero como no había VAR, todas las miradas fueron dirigidas hacia el equipo arbitral por haber convalidado un gol ilegítimo.
Pregunta, mano en el corazón: ¿en serio podemos exigir que el árbitro (estaba a 15 metros) y el asistente (ubicado a 50 metros) vieran si la pelota había salido? ¿Estaban en condiciones de cobrarlo? La realidad es que no, porque no pueden cobrar “sospecha de algo”, sino estar seguros para una sanción. Y para estar seguros, antes deben tener la certeza: la posición de Andrés Merlos y la velocidad de la jugada impidieron que la sentencia fuera la correcta. O sea, no es posible que el juez pudiera ver de manera fehaciente, que la pelota estaba afuera.
Sin embargo, un ratito después, en la misma zona y con el mismo grado de dificultad, el árbitro sí cobró un córner para Boca… Es decir, no vio la primera pelota afuera que benefició a Boca, pero sí estuvo seguro para cobrar la otra, cuando los elementos eran similares. ¿Entonces, Merlos se curó rápidamente de la miopía o pasó algo más?
La explosión
La reacción de Andrés Fassi no se corresponde con la de un presidente de club, aunque hay que estar ahí para saber lo que se siente. Haber ido a increpar al árbitro lo expuso a una situación de tensión y alto riesgo, que derivó en la supuesta agresión. ¿La Justicia llegará a alguna conclusión? En Argentina y en nuestro fútbol, todo indica que no… Aún así y más allá de los penales que Talleres no capitalizó para ganar, y de las equivocaciones en la conducción del partido por parte de Andrés Merlos, lo que quedó a la vista es el contrapunto, que no tiene retorno porque la convivencia con AFA era mala y ahora se hizo insostenible.
Si las SAD habían generado una grieta profunda, con muchos clubes alineados con Tapia por obediencia debida, este nuevo capítulo deja en claro que en barrio Jardín hablan un idioma diferente al del “Chiqui”. Un dato: así como Boca sufrió en la Sudamericana por haber cedido su mediocampo completo a la selección de los Juegos Olímpicos, ahora le tocó cobrar ese gesto y enfrentó a un Talleres disminuido, con cinco jugadores que se sumaron a sus selecciones por las eliminatorias, y negado de la posibilidad de postergar el partido.
Allí, en esa trinchera, ni vale la pena hablar del partido. El eje del problema más importante es que el poder siempre va a simpatizar con los factores que activen los negocios.
El foco mayor ni siquiera es favorecer particularmente a Boca: el show debe continuar. Y si en nuestro vergonzoso fútbol Boca y River no pelean arriba, la prensa obediente y carroñera siempre estará lista para hablar de “crisis”… Vivimos tiempos difíciles para los que piensan diferente: en el fútbol, como en la política y en la vida, hacer eso es elegir el camino más largo. Y peligroso.