Un triunfo más importante que ser “campeón”

Talleres le ganó a River en Paraguay y trajo mucho más que la Supercopa Internacional: hay un trasfondo político que le otorgó a Andrés Fassi una victoria silenciosa, a plazo fijo.

Pasaron varios días desde la consagración de Talleres frente a River en Paraguay y simultáneamente a la fiesta que se vivió y se vive en Córdoba por la obtención del trofeo, continúa una discusión que parece no enfriarse nunca, en referencia a la utilización de la palabra “campeón”.

Hay un trasfondo que merece una celebración, por encima del diccionario y la curiosidad cosmética de que Talleres sea “campeón” sin haber sido “campeón”: la “T” se trajo desde Asunción unos lindos billetes, reseteó su autoestima porque en la competencia local no anda bien, proyectó su marca a otro nivel y se anotó el primer título a nivel de AFA.

Entonces, ¿qué se discute? Lo sabemos: se llama Supercopa Internacional, pero resulta que no es internacional, sino que lo definen dos equipos argentinos y se le arma un escenario afuera para sostener un espíritu meramente recaudatorio, que necesita de manera imperiosa actores convocantes. Si son porteños, mejor. Nació a medida de los clubes “grandes” de Buenos Aires, que necesitan mantener caliente la pantalla…. y activada la maquinita de sumar dinero. Además, llega con demora porque ¡corresponde a la temporada 2023!
Los paraguayos (y los argentinos) no entendieron bien cómo fue el mecanismo de clasificación y, por si hiciera falta una guinda a tanto postre, por qué se mudó el partido al calor sofocante del verano de Asunción, en vez de designar un estadio argentino que evitara tanta logística. Rosario, por ejemplo.

Sin embargo, la presentación de Talleres fue legítima: llegó como reconocimiento a su buena campaña, entró a la cancha en su derecho y levantó la copa sin que se la regalaran. River puede dar testimonio de todo eso…

El gran triunfo

En todo ese escenario que dispara muchos frentes fértiles para el análisis y la polémica, vale la pena centrarse en uno de tinte político. No político de los políticos, sino de la gestión vertical de la AFA rica hacia los clubes apretados, a los que somete en un clima contaminado por sospechas y favoritismos. No es necesario aclarar que la Argentina campeona del mundo y bicampeona de América no es la consecuencia de la salud moral y ética del campeonato nacional. Ni cerca… Acá adentro, donde hemos naturalizado los arbitrajes injustos y toleramos la manipulación de los cronogramas de partidos de acuerdo con ciertas conveniencias, Talleres juega un campeonato muy riguroso, expuesto a sus desafíos adentro de la cancha y también al laberinto de intereses, que lo tiene en la vereda del frente de todo lo relacionado al Chiqui Tapia, su enemigo ideológico.

A la AFA corporativa, siempre sensible para reforzar la visión unitaria del fútbol nacional, no le hace ninguna gracia que los resultados deportivos sostengan y proyecten como exitoso el modelo de gestión de Talleres: el negocio del fútbol es tan grande y tan suculento, que no se tolera la menor posibilidad de cuestionar ni una coma de lo que hacen Tapia y sus “secanucas”. En esto, el tema de las Sociedades Anónimas Deportivas, que es parte del enfrentamiento de aquellos con Andrés Fassi, es solo una porción de una torta mucho mayor: se trata de poder, de tener razón y exhibir las miserias del otro, al que se debe golear en todas y cada una de las oportunidades. Ante la AFA impune, que tiene un tesorero enamorado de la agresión y la provocación con el celular en la mano, Talleres le opuso una victoria. En la cancha y afuera.

Ese es, precisamente, el mérito más destacado de lo que pasó en Paraguay. Hay una ganancia filosófica que Fassi se debía para sentirse fortalecido en el ámbito dirigencial, porque muchos lo acompañan en las oraciones, pero pocos se animan a levantar la mano para apoyarlo.

Después, veremos si decir “campeón” es certero o si no lo es. Lo que Talleres ganó en la Nueva Olla fue mucho más que un trofeo, porque cotiza en un espacio en el que lo importante no es solo ganar, sino lo que se logra a partir de los triunfos.