El juego del calamar se trata de un grupo de personas, desahuciadas y con deudas económicas imposibles de pagar, que reciben una misteriosa invitación para participar de una competencia. En el misterioso predio, los participantes se encontrarán con diversos juegos infantiles que les permitirá ganarse 37 millones de dólares (45 millones de wones). Pero atención, quienes no pasan las tandas de eliminación son directamente asesinados.
Esta serie remite en su esquema a lo que sucedía en Los juegos del hambre, que a pesar de situarse en otro contexto, guarda la similitud de la opción de “jugar un juego” (y ganarlo). En menos de una semana, se convirtió en furor y ocupa el primer puesto entre las más vistas de Netflix.
La serie comenzó a rondar en la cabeza de Hwang Dong-hyuk hace diez años cuando imaginó este mix entre el terror y los juegos infantiles: “La combinación de ambos podría convertirse en una ironía muy sorprendente”, dijo en una entrevista en plena promoción de la serie, que está compuesta de un temporada de 9 episodios y cada uno de ellos tiene una duración de 1 hora aproximadamente.
¿Por qué es tan exitosa?
1. Sobrevivir cómo sea
Agobiados y empujados por la pobreza y las deudas, los seres humanos pueden hacer lo que sea: desde robar, matar o competir en un juego y arriesgar sus propias vidas. El concepto de falta de compañerismo y del sálvese quien pueda son la moneda corriente. Las diferentes rondas que se tienen que pasar, van a llevar al extremo a cada jugador que van a recurrir a todo lo que tengan a mano.
2. La puesta en escena
Por momentos parece que los participantes y sus vigilantes estuvieran inmersos en una partida del juego Fall Guys, que tan popular se hizo durante la pandemia. Los escenarios al momento de los juegos son coloridos, vistosos al ojo del espectador, pero a la vez terminan resultando siniestros y llenos de engaño.
3. Una especie de Gran Hermano que observa y sabe todo
Controlados desde una gran pantalla, los participantes son monitoreados por una persona misteriosa que es quien decide quién sigue en el juego y quién pierde (o muere). Esa sensación de control extremo genera agobio en el espectador que sólo necesita que los participantes salgan con vida. La falta de privacidad y los tiempos modernos van de la mano y en El juego del calamar se hace evidente en cada escena.
4. Desigualdad social
“Los inteligentes nunca comen mucho”, dice Cho Sang-woo (Park Hae-soo) el hombre divorciado que está a punto de perder a su hija definitivamente y, como todos lo participantes, está en la ruina. El representa las clases más bajas de Seúl, un hombre que intentó de todo pero el sistema se lo tragó. En contraposición se encuentra otro participante con el que había compartido el mismo barrio que se recibió en economía en la Universidad de Seúl. Él es considerado superior por su título pero, de nuevo, a pesar de su superioridad intelectual no está a salvo
5. La figura del salvador
En toda historia debe aparecer un héroe o alguien que pueda destrabar el conflicto central de la trama. Acá ese rol es cumplido por varios personajes, pero tal vez el que más lo pone en práctica es el policía que es hermano de una de las víctimas del primer juego. Es quien se enfrentará al sistema, en esta especie de submundo o realidad paralela dirigida por alguien supremo. Un enemigo que se desconoce y que decide por la vida de todos.
6. Regreso a la infancia
El juego del calamar invita a retornar a los juegos de nuestra niñez, donde el único objetivo era ganar y, si podíamos, pasarla bien. Cada uno de los personajes tuvo experiencias diversas sobre sus primeros años de vida, que regresan como flashbacks en diferentes escenas.