Salir a la cancha con la ropa arrugada

Instituto, Talleres y Belgrano, al igual que casi todos los equipos del país, salieron a jugar el torneo oficial sin estar a punto. El diagnóstico común es la vigencia de sus arqueros, las limitaciones en la generación de juego y la importancia de tener o no, un “9” especialista.

El arranque de la temporada oficial del fútbol de primera división en Argentina puso a los clubes de Córdoba en la carrera en situaciones parecidas pero diferentes al cabo de las primeras presentaciones, dentro de un marco general que vale la pena señalar. Al igual que prácticamente todos los equipos del país, a Instituto, Talleres y Belgrano no les alcanzó la pretemporada para llegar afinados a la competencia por los porotos: salieron a la cancha con algunos aspectos estructurales sin aceitar, compartiendo el diagnóstico sobre la vigencia de sus arqueros, las limitaciones en la generación de juego y la discusión abierta sobre la importancia de tener (o no) un “9” especialista.

Más allá de los resultados, que por supuesto importan porque son condicionantes y van generando el clima en el que se gestiona la puesta a punto, la realidad puso a los tres en un plano de paridad, en el sentido de que sus funcionamientos están por debajo de la línea de flotación, si es que sus expectativas son sostener y mejorar lo producido en 2023.

Manuel Roffo, Guido Herrera y Nahuel Losada vuelven a mostrarse como puntales, por solidez, seguridad y sobriedad, en equipos que han transitado los campos con mapas diferentes. Allí han estado los tres, en diferentes niveles de exigencia, para ratificar que son claves.

Si la generación de juego es la mejor defensa, hay que subrayar que los tres han arrancado flojitos de papeles…. Queda clarísimo que los tres han elevado el rendimiento cuando acompañaron al “9” especialista (Passerini, en Belgrano) o pusieron con uno (Facundo Suárez en la Gloria y Federico Girotti en la “T”).

Cuando los entrenadores eligieron atacar de otra manera (pelotazos para Passerini en la “B”) o con delanteros más elásticos y menos profundos (Silvio Romero en Instituto y Nahuel Bustos en Talleres), los movimientos ofensivos se diluyeron y encendieron la luz roja.

Por Alta Córdoba

Facundo Suárez fue la mejor noticia para Silvio Romero. Mientras el fantasma del goleador retro Adrián Martínez merodeaba por Calderón de la Barca y Jujuy, el Chino Romero salió a hacerse cargo de las asignaturas pendientes y ofreció su experiencia, capacidad para triangular, pericia en el área, cambio de velocidad y perfiles sin límites… Pero la pelota no le llegó “limpia” nunca. Peor aún: sus desplazamientos, saliendo de la línea de los defensores rivales para participar del juego e invitar a que lo asistieran de otra manera, dejó espacios que nadie transitó y la fórmula terminó como se suponía… Hasta que entró Facundo Suárez y el Flaco, con capacidad para ganar de arriba, guapo en la lucha y dúctil en el manejo de la pelota, liberó a Romero de esa función que no siente… Negocio redondo: todos contentos y el equipo encontró espacios hacia adelante para darle confianza a Damián Puebla, quien nunca se escondió y además de poder gambetear, empieza a animarse a conducir. Desde la cabeza levantada, la pausa, la aceleración y el cambio de ritmo.

Cuando el entrenador comprendió la rentabilidad de jugar con Puebla más un 9 de oficio, Instituto elevó la vara y ofreció su mejor versión.

Expuesto

Sin juego corto ni largo, con Santiago Longo regando la cancha de sudor sin que ese esfuerzo, junto con el de Ulises Sánchez, se convierta en insumo de la generación de fútbol, Belgrano pisó en falso en un tema conceptual: ¿a qué juega? Porque en los momentos en que debió establecer condiciones en los partidos, terminó expuesto a su precariedad. Como si la pretensión de ganar lo obligara a una dinámica que lo abre atrás y lo hace previsible adelante.

¿Entonces? De visitante y de local, repitió sus debilidades y moderó la aparición de sus pretendidas fortalezas. Al mismo tiempo que Longo fue ganando en personalidad y Lucas Passerini hizo a la perfección el trabajo de aguantar y pedirlas a todas, la estructura colectiva del equipo no evolucionó y todo empieza a reducirse a los esfuerzos individuales, que la gente premia con estruendosos aplausos. Los ataques tibios por los laterales, las limitaciones en los pases por adentro y la tendencia a resolver todo con pelotazos a Passerini, dejaron a Belgrano en un diagnóstico que ya conocemos: alguna vez ¿se animará a resistir manejando la pelota?

El Caco García hizo lo que pudo y nunca encontró cerca o en posición franca a Francisco González Metilli; mucho menos a Esteban Rolón, quien siguió decidiendo mal… Afuera, sin ser prioridad para el entrenador, Matías Marín, Mariano Miño y Ariel Rojas hoy son buenos comentaristas. ¿Y Matías Suárez? Parado atrás de Passerini, es una invitación… ¿Farré contará con él ahí? Si fuera así ¿en lugar de quién?

Cuidando a Nahuel

El regreso de Federico Girotti (y ahora la llegada de Gustavo Bou) fue lo mejor que pudo pasarle a Nahuel Bustos, quien nunca se siente cómodo parado entre los centrales porque la pelota no le llega o lo hace a una velocidad y distancia que no están sincronizadas con sus características.

Con algunas dudas atrás y en el medio, porque la ausencia de Rodrigo Villagra será motivo de lágrimas durante mucho tiempo, Talleres quiere abrazarse a su idea de defenderse atacando. Pero con NB solito allá, lejos del contacto de la pelota, y con el paraguayo Ramón Sosa volando a una velocidad supersónica sin que nadie se muestre por adentro para darle sentido a sus corridas, el equipo terminó distraído en el medio… extrañando también a Rodrigo Garro.

La aparición de Rubén Botta genera expectativas: se presentó primero parado sobre la derecha, cerrando su propio cambio de acción, hasta que se acomodó en un espacio más natural a sus condiciones. Es decir, adelante del “5”, donde hace valer su visión, pegada y calidad en el armado.

El título más importante, evidentemente, es cómo Girotti puede permitir que Bustos vuelva a ser Nahuel: ni antes Javier Gandolfi, ni ahora Tino Ribonetto, han dimensionado la función natural de NB10 para jugar donde tiene que jugar. ¿Resultado? NB10 nunca fue importante, terminó reemplazado casi siempre o ni siquiera fue titular…

Por eso, esta idea de “salir a la cancha con la ropa arrugada” esalgo que generó un ruido en la gente y en los observadores. Habrá copas, que llevarán el foco de algunos equipos para allanar el nivel de competencia interno, lo que es una hermosa oportunidad para acercarse arriba.