Otro de los factores para entender la condición de puntero es Nahuel Losada. Cuando el juego no aparece o el rival es superior, el arquero es un punto de apoyo mayúsculo que sostiene la resistencia y les da margen a los de arriba para curar los problemas con goles.
Nahuel Losada sabe que los arcos miden todos iguales, pero las exigencias cambian muchísimo cuando se trata de evaluar cantidad, calidad e intensidad de pelotas que llegan a su arco. Si a un arquero lo pelotean mucho, se mantiene “caliente”, elástico, atento, comprometido con el partido; en cambio, si las llegadas son pocas, se multiplica la complejidad de concentrarse y ser sólido, porque una de las cosas que no se le tolera a un arquero es el error. Si sus participaciones son espaciadas, el “frío” es un pésimo lugar para intentar la perfección.
Íntimamente y aunque suene contradictorio, a los arqueros les gustan que los peloteen, que los tengan activos, aunque eso signifique que su equipo tenga problemas. Cuando no hay mucho trabajo, más allá de la necesidad de estar atento y nunca perder el foco de lo que pasa, las pocas veces que llegan al arco se produce una temperatura mayor. Esos partidos son los más difíciles. Es una ley no escrita, pero que todos conocen.
En Belgrano, a Losada le toca vivir las dos experiencias. Rinde (y aprueba) los dos rubros: si el equipo tiene el control del juego y presiona lejos, cuando le toca responder ofrece respuestas sobrias, con mucha seguridad. Sabe que no puede equivocarse y convive con esa presión. Y cuando sus compañeros son superados y lo exigen desde todos lados, se gana la mejor recompensa que se le puede ofrecer a un arquero: la confianza.
¿Por qué es importante Losada? Tiene seguridad de manos, hace fáciles algunas pelotas difíciles, achica con acierto y entiende la diferencia entre tirarse porque no llega y volar para la foto. Decide bien. Es sólido en los centros. No razona para el “Deportivo Losada”, sino para el equipo. Los defensores saben que pueden jugar hacia atrás porque hay alguien con recursos técnicos para salir del encierro, meter un pase, abrir la circulación o revolearla a la platea, como puede ocurrir.
Entonces, cuando un arquero como Nahuel tapa remates que tienen destino de red, sumamos una pieza al rompecabezas que explica por qué Belgrano es puntero: sin alguien que inspire respaldo atrás, nada de lo que se genere más allá del área sería suficiente. Cuando se juega en Alberdi, generalmente tiene poca tarea aunque siempre tapa alguna brava; si el desafío es de visitante, donde a la “B” le cuesta proponer un buen nivel y los rivales tienen nafta súper, el arquero sabe que la historia será diferente y tendrá una docena de situaciones complicadas para resolver. Entonces, se recibe de héroe, una y otra vez…
De arco a arco
Hace dos años, Nahuel Losada llegó a Alberdi por pedido del entonces entrenador, Ricardo Caruso Lombardi. Lo hizo casi en condición invisible y proyectó esa sensación durante los seis meses en los que estuvo como suplente de un irregular César Rigamonti. Fue luego de esa experiencia, que tuvo la oportunidad de arrancar con el “1” asomándose por encima de Daniel Sappa, un muchacho que llegó sin credenciales para ser titular y se fue así como vino. Sin un cuidapalos indiscutido desde que el Juanca Olave se retiró en 2016, por ese arco pasaron varios y a casi todos los postulados les quedó grande de talle.
A Losada le llevó mucho tiempo encontrar la oportunidad, algo tan particular en el fútbol. Sobre todo, cuando un jugador no puede estar adentro de la cancha para defenderse precisamente con lo que sabe hacer. Nahuel se preparó, siempre estuvo en forma y cuando le llegó la chance, la hizo suya. Tiene un perfil acorde al ADN de este presente celeste y la convicción de que el arquero primero tiene que atajar, porque si ese rol no está claro y quien debe ofrecer seguridad hace lo contrario, la ecuación da resultados en rojo. La cabeza es un aspecto determinante, que en este caso es otra virtud.
En el suma y resta, Belgrano es el líder con una buena capacidad goleadora (24) que no es la mejor marca del torneo, pero que alcanza una dimensión mayor cuando se lo calza con los apenas 11 goles recibidos, un registro idéntico al de Gimnasia de Mendoza. Esa fortaleza defensiva, que indudablemente incluye a la estructura defensiva de la que participan todos, encuentra en el arquero un eslabón clave: en los momentos más complicados, el golero terminó siendo tan importante como Pablo Vegetti, en este vínculo de relevancia medular que recorre la cancha de un arco a otro.
Cuando alguien se pregunte qué tiene Belgrano para ser puntero y se presente la tentación de hablar de otros jugadores, nombrar al “1” es indispensable y se convierte en un acto de justicia. En silencio y con los ojos abiertos, deja en claro que para ganar cosas importantes y sostener cualquier expectativa de ascender, los goles que se celebran allá necesitan de la garantía que se da acá: Losada la firma. Cuantas veces haga falta.