Los goles de Belgrano, Fede Girotti y los códigos

El fútbol tiene un sinnúmero de situaciones relacionadas con reglamentos no escritos pero que se aplican y se respetan por uso y costumbre. Son los famosos códigos, que tienen un rigor elástico, de acuerdo con la posición que tengamos ante los hechos.

¿El gol de Matías Suárez contra Unión estuvo bien convalidado, pese a que hubo infracción de su compañero Facundo Quignón en la jugada previa y fuera de juego del propio “Oreja” en la definición? ¿El gol del peruano Bryan Reyna, de Belgrano contra Paranaense, estuvo mal anulado porque la falta sancionada de Chavarría sobre Heleno “no se cobra”?

En el país de la doble vara, inspirada en hechos muchos más trascendentes que el fútbol, el VAR es un entretenimiento inagotable que nos desnuda ante una realidad cruda: hay cosas que queremos ver (y exigimos pruebas) y otras que preferimos ignorar. Ya no discutimos los hechos, sino que todo parece ser una cuestión de fe y nos posicionamos según creamos o no en las cosas.

Así como un gol con la mano es ilegal y hasta reprochable, la misma jugada puede ser considerada ícono de la picardía criolla (y la aplaudiremos) si el autor e intérprete es un tal Diego Maradona.

¿Quién tiene la razón? Imposible saberlo, pero de entrada deberíamos dejar en claro que, si el gol de Suárez es considerado legítimo por la tribuna, el mismo criterio debería aplicarse para evaluar el gol fallido en Curitiba, para el caso de que la infracción hubiera existido. ¿Fue falta? ¿Era para cobrarla? Si era en la mitad de la cancha ¿la hubieran marcado?

Quedó la sensación de que el árbitro y el VAR anduvieron husmeando en para ver qué encontraban…. Y lo encontraron: hubo un toque debajo de Chavarría. Lo que el VAR parece que no vio es la mano y el empujón de Heleno un segundo antes, pero sí se impresionaron con la caída diferida del defensor y capitán de Paranaense. Hay mucha calentura en Belgrano por ese gol anulado, en el contexto de un arbitraje indigno de Copa Sudamericana. Pero pocos se acuerdan del gol de Matías… Y decirlo, nos expone a la discusión, aunque se trate de una opinión y tenga un sustento.

Los primos

Indudablemente, todo lo referido a los temas éticos y morales proponen un escenario muy resbaladizo. Se aplica para hacer la digestión de lo que vive Belgrano con la aplicación del reglamento en sus partidos y también en algo que ocurrió con sus primos, en Talleres: Federico Girotti hizo declaraciones muy fuertes, luego de la derrota 1-0 contra River, en las que su equipo jugó (otra vez) muy mal y él casi ni tocó la pelota. Entre otras cosas, Federico cuestionó el planteo: “Tendríamos que haber ido a buscarlos más arriba. Por ahí el esquema daba para otra cosa, pero tendríamos que haber presionado más… Desde el planteo perdimos una chance muy importante”.

Vale la pena revisar el contexto: Girotti es uno de los jugadores que está rindiendo muy por debajo de la línea de flotación del equipo. Participa poco, no convierte goles desde hace rato largo, se lo ve enojado y hasta desesperado por tener una pelota que lo acerque al gol. En esa tensión con la que juega, termina cayendo en el descontrol para mostrarse lejos de la zona caliente en la que puede y debe ser importante. ¿Causas? Es justo decirlo y remarcarlo: Girotti no la toca porque el equipo juega mal y no progresa en el campo. No hay elaboración, ni volantes que pasen, ni movimientos colectivos coordinados para aprovecharlo en el área, donde su potencia hace diferencia.

Entonces, volvamos a la declaración: ¿qué es lo malo: que piense eso que dijo o que lo diga? ¿o que lo diga públicamente? Porque él es el mismo jugador que tiró la camiseta cuando lo reemplazaron hace unos días y sale de la cancha pateando botellas cada vez que lo sustituyen. ¿Ése es su espíritu corporativo? ¿Desde qué estatura moral, Girotti cuestiona al entrenador? Evidentemente, los roces y las diferencias se potencian cuando las cosas no salen. Y en Talleres, no están saliendo. No es todo cuestión de suerte, porque si un equipo juega mal hace muchos partidos y no hay un cambio estructural para acomodarlo mejor ¿cómo se supone que va a mejorar? La derrota contra River fue el testimonio. En ese caldo de cultivo, las declaraciones de Federico cayeron mal y tendrán consecuencias, pero no hacen otra cosa que ser sometidas a esa regla que definimos como “códigos”: ¿debió hablar primero en el vestuario? ¿ya habló en el vestuario?

Girotti es un buen ejemplo para aquellos que se ofendieron cuando revoleó su camiseta, el día que dejó su lugar en la cancha: al jugador no hay que exigirle amor por la camiseta, ni que asocie a sus hijos, o que bese el escudo. Mucho menos, que razone como hincha y se enamore de los colores. Debe ser profesional, debe ser respetuoso y cuidar las formas.  

Realidad

En un caso y en otro, en las conveniencias e inconveniencias de la información que reporta el VAR y en la flexibilidad del reglamento ético de un futbolista, el fútbol tiene códigos para lo que le conviene. Construye su realidad con remiendos, mirando la vida con miopías circunstanciales: a veces, lo malo no es tan malo, si es que me favorece.