El empate 0-0 de Belgrano contra Inter de Porto Alegre dejó un clima de satisfacción en Córdoba, aunque la lesión de Lucas Passerini atrajo todas las miradas: su rotura de ligamentos cruzados es la número 20 en la Liga Profesional Argentina, en tres meses.
Ver a un futbolista retorciéndose en el piso, generalmente agarrándose la cara y sin poder contener las lágrimas, es el testimonio de esa noticia que lacera el alma: la lesión grave. Que seguramente interrumpe un proceso, mete todo en el freezer y congela, fundamentalmente, las ilusiones de un muchacho al que le esperan muchos meses de recuperación y sacrificio, para intentar volver.
Siempre hubo jugadores lesionados, en el amplio abanico de los grupos musculares y óseos que sostienen al atleta de alta competencia. Pero las lesiones graves son diferentes, porque resultan paralizantes. Anulan. Hacen que colapse un sistema que se mueve con emociones y saca del mapa a deportistas que viven, respiran, sueñan y laten adentro de un campo de juego.
Belgrano volvió a ser noticia por este tema: en una semana, quedaron fuera de carrera Ulises Sánchez y Lucas Passerini, dos jugadores fundamentales y hasta indispensables. Pero más allá de las valoraciones futbolísticas, el foco está en indagar qué pasa en el club y en la patria futbolera, para que en los últimos tres meses ya se hayan registrado 20 roturas de ligamentos.
Los que saben más
Una de las palabras autorizadas en el tema es la de Jorge Batista, médico de Boca. Entre otros conceptos, dijo que hay muchos factores que influyen y citó algunos, como la calidad de los terrenos de juego, el calendario apretado, los tapones de los botines con diseños que no favorecen la dinámica del movimiento del jugador y subrayó lo del estrés psicológico. Además, Batista señaló que el juego tiene tal velocidad que no hay un instante para pensar y todo se hace de apuro, bajo una presión asfixiante.
El médico presentó otra evidencia: la mayoría de los casos obedece a situaciones indirectas. O sea, no son roturas ligamentarias por correr o por patear.
Alexis Olariaga es un preparador físico cordobés con mayúsculas, con experiencias de muchos años en el deporte profesional. Compartió sus conocimientos sobre el tema y opinó que no se trata de una mala preparación, sino que habría que revisar la densidad de los calendarios de los partidos y la calidad de los campos de juego, porque “los jugadores argentinos no están adaptados para competir tan seguido en poco tiempo”. Alexis destaca que la programación del campeonato los obliga a planificar en márgenes mínimos. Y eso también afecta la salud del jugador.
Piloto automático
Resumiendo el testimonio calificado de Jorge Batista y Alexis Olariaga, nos acercamos a datos que resultan irrefutables: es evidente que la activación del negocio reclama al fútbol siempre en piloto automático. No puede ni debe detenerse. La maquinita de sumar acelera su funcionamiento cuando hay una pantalla encendida, por la que se inducen las apuestas, desfilan chicas lindas, aparecen autitos que llevan la pelota, marcas que luchan por exhibirse y millones de personas dispuestas a ver los partidos con el control remoto en la mano. Tal vez no hay muchos televidentes en Hungría desesperados por ver cómo salieron Tigre y Belgrano pero sí, seguramente, el golazo de Ulises Sánchez anduvo paseándose también por esas latitudes.
Los viajes, las distancias, los entrenamientos ajustados al poco margen de tiempo y los descansos insuficientes, hacen que el jugador esté sometido a un ritmo de exigencia que lo satura. ¿En Europa lo hacen? Sí, es cierto, pero los recorridos son infinitamente menores, el futbolista está más contenido en cuanto al confort y el reglamento lo protege más. Solo acá se ve cómo se pegan, se abrazan, se lastiman…. Y nunca pasa nada. Con VAR o sin él.
Si a eso le sumamos que en Argentina “les quema la cabeza” la encrucijada entre el cielo y el infierno, según se trate de un triunfo o una derrota, comprenderemos que todos y cada uno de los jugadores vive con un altísimo nivel de presión, que no todos soportan.
¿El gremio de los futbolistas ha marcado alguna posición? ¿Emitió algún documento al respecto? Respuesta vacía para ambas preguntas… El jugador es una pieza ensamblada dentro de un negocio despiadado: contra Inter de Brasil, Lucas Passerini resistió recibiendo y respondiendo empujones, agarrones, abrazos, patadas, codazos, pisotones… Con el cansancio encima después de semejante desgaste, suelen llegar los movimientos descoordinados, que propician los lamentos.
La picadora de carne
En nuestro fútbol, y un poco más allá, corren más los jugadores que la pelota: ellos usan el GPS que arma un mapa de los recorridos y se llenan planillas eternas con esa información. Pero nadie inventó aún un dispositivo que les permita a los futbolistas acertar mejor los pases, manejar mejor las pausas o pensar más y esforzarse con mayor inteligencia. Entregar mal la pelota desde cinco metros, es toda una evidencia…
El fútbol, como una de las industrias más superavitarias del mundo, necesita que el espectáculo continúe, porque el combustible es una pelota inquieta que genera mucho dinero. El negocio, lo sabemos, no es solo ganar un partido, sino todo lo que se pone en funcionamiento en torno al juego, con la explotación de derechos, la televisación, la publicidad y la venta de cada elemento que se dispara cuando el partido comienza.