Entre Talleres, Belgrano e Instituto solo sumaron dos puntos de los nueve que estuvieron en juego en sus respectivos partidos y no lograron marcar ni un solo gol. ¿Hay atenuantes? Los tres están en formación y prometen mejorar, aunque las cuentas oficiales ya comenzaron.
Hay que sentarse a pensar en qué se parecen Talleres, Belgrano e Instituto entre sí (o bien si se parecen) y qué los acerca a los restantes equipos, disputada ya la primera fecha del torneo de primera división del fútbol argentino.
Sin caer en la simplificación de medir número por número o de considerar que las actuaciones que ofrecieron pueden resultar definitivas, hay un rasgo que pone a los tres equipos en un plano de igualdad: la sensación de que les faltan etapas de trabajo en la maduración, como ocurre con la mayoría de los equipos del país.
Refuerzos que siguen llegando, formaciones titulares sin consolidar, limitaciones en algunos aspectos fundamentales del juego y precariedad para defender sus intereses desde el poder de gol, son los ítems que se destacan en una fecha que no reflejó paridad y nadie se asomó demasiado sobre el resto. Por el contrario: en el país de los campeones del mundo, el fútbol desplegado en los 14 partidos del círculo superior dejó al descubierto que casi todos necesitan mucho trabajo de campo y solo se destacaron algunas buenas intenciones. O sea, casi tres meses de pretemporada no fueron suficientes… Salvo para confirmar que la pálida economía argentina no puede competir con nadie y muchos jugadores se fueron dejando espacios difíciles de llenar.
¿Eso tiene solución? La respuesta cae naturalmente: es imposible competir con el peso subterráneo que tenemos.
Desde Córdoba, la ecuación dio mal en las aritméticas porque la obtención de dos puntos en nueve posibles (empates 0-0 entre Instituto y Sarmiento y Belgrano ante Racing, más la derrota 1-0 como local de Talleres frente a Independiente), sumado al dato de que no hubo ni un gol anotado.
El diagnóstico del nivel de juego tiene relación con los adversarios, las circunstancias y las exigencias, pero en general los hinchas inventaron algo de conformidad auscultando la realidad con una lupa grande. El buen juego de Instituto, el espíritu de lucha de Belgrano y la vocación de Talleres de jugar de igual con todos, abre una expectativa que invita a creer que lo mejor está por venir.
Córdoba no es una isla
Si es que existen temas concluyentes en nuestro fútbol, uno es el condicionante económico que pone a todos ante una situación similar: cualquier equipo de la periferia continental puede elegir y llevarse jugadores argentinos mirando la vidriera con un puñado de dólares. Ni siquiera se exige que ofrezcan ligas competitivas, sino contratos que en otros tiempos hubieran sido ignorados y ahora alcanzan la condición de reino celestial.
Contratar extranjeros de jerarquía o repatriar nacionales de buen nivel es casi inalcanzable; atar los términos contractuales de los buenos jugadores locales a cláusulas en dólares es una ruleta rusa… ¿Entonces? Los clubes de Córdoba, como todo el concierto argentino, sufre las consecuencias. Para retener a las figuras del año pasado, el peso es invisible y se necesitan trabajos de ingeniería financiera para generar los recursos. Aun así, ante el primero que aparezca mostrando la billetera, no habrá sentido de pertenencia que pueda sujetar a los futbolistas cuando afuera hay perspectivas más saludables para ahorrar algunos billetes.
Entonces ¿qué se le puede exigir a los dirigentes, si los números están en un equilibrio absolutamente delicado? Talleres quiere pelear arriba y los hinchas se enojan con el presidente Andrés Fassi porque llegan jugadores como negocios posibles, con más futuro que presente y no tienen hoy las credenciales para calmar las ansiedades de la tribuna. Belgrano disfruta del orgullo del regreso y diseña un diagnóstico con un movimiento muy modesto: la base es casi la misma del ascenso y llegaron pocos futbolistas, que se suman al esfuerzo colectivo. La Gloria no desentona con esa tesitura: muchos se quedaron, hubo varias contrataciones, pero dejando vigente una pregunta que rebota tanto Alta Córdoba, como en barrio Jardín y Alberdi ¿son refuerzos o incorporaciones?
Esto recién empieza
En este contexto, aquellos dos puntos sobre nueve son una consecuencia. Los jugadores que han mostrado una calidad distintiva se fueron y acá se quedaron los que no consiguieron irse. O se quedaron, pero con el bolso listo, por las dudas… Las reglas del mercado exponen que la situación económica es determinante: Talleres, Belgrano e Instituto saben que no hay ninguna posibilidad de contratar a Messi y tratarán de avanzar con sus objetivos definidos. ¿Les da para entrar a las copas? ¿se puede discutir con Boca o River? ¿el tema del descenso los preocupa?
Para aspirar a ser campeones se necesitan estructuras que parecieran estar reservadas, de manera cada vez más exclusiva, a los clubes grandes de Buenos Aires. Lo que Talleres o Belgrano necesitan para activar sus estructuras institucionales es menos de lo que River le paga a uno de sus jugadores notables. ¿Cómo hará Instituto para retener a sus hombres más importantes, si aparece un club del puerto que duplica el monto del contrato?
Todo puede pasar, menos nublarse para trazar el camino rumbo a los objetivos. Después discutiremos si es preferible poco y bueno, en vez de mucho y discreto. Mientras tanto, no nos asustemos del fútbol que somos capaces de ofrecer. Está en sintonía con las condiciones en las que nos toca vivir. Y esto recién empieza.