Los investigador creen que, al menos, debe estar integrada por unas 10 personas.
El túnel de 150 metros de largo cavado bajo la calle Chacabuco en San Isidro para robar un banco ubicado en la misma calle no fue una obra de un par de nostálgicos del hampa, sino una obra de ingeniería civil.
Luego de que una excavadora de la Municipalidad local rompió el empedrado de la calle y una carpeta de 60 centímetros de cemento para revelar el pasadizo subterráneo la semana pasada, los investigadores de la Policía Bonaerense se encontraron con paredes encofradas para evitar derrumbes, un sistema de ventilación, tendido eléctrico y una escalera al final de todo que conectaba a la verdadera base de la banda: un galpón que antes solía funcionar como taller mecánico y que los delincuentes alquilaron en noviembre de 2023.
Incluso, la banda pagó un año de alquiler por adelantado a una inmobiliaria de la zona. Hasta pensaron una fachada, un negocio de placas contra la humedad, con varias muestras del producto que estaban allí.
La Bonaerense también encontró una cartelera con planos de la zona, consejos sobre cómo evitar intervenciones en teléfonos celulares y, más preocupante todavía, planos del propio banco que planeaban atacar, con las ubicaciones de sensores y alarmas.
Hoy, la causa para esclarecer quiénes intentaron el golpe fallido está en manos de los fiscales Carolina Asprella y Patricio Ferrari, bajo las directivas del fiscal general John Broyad, que encomendaron tareas a la DDI de San Isidro, como análisis de cámaras de seguridad e impactos de antenas de celulares. Hay una sospecha: el túnel lleva a los investigadores a pensar en la estructura de la banda misma.
Fuentes vinculadas al caso aseguran que, por lo menos, se sospecha de la actuación de un ingeniero o un maestro mayor de obras, y de una cuadrilla de albañiles. En el allanamiento al galpón se encontraron las herramientas que usó la banda: barrenas para perforar tierra, amoladoras, soldadoras y un carrito para trasladar la tierra.
Los planos del banco en el corcho llevaron a otra posible figura: la de un empleado infiel, capaz de vender información por una parte del botín. Luego, por sobre todos, se estima la chance de un financista, un inversor mayor.
“Por lo menos, la banda tendría diez integrantes”, asegura un investigador. El riesgo de que alguno abra la boca a lo largo, por lo menos, de los nueve meses de obra y excavación parece evidente.
Hay, también, otro detalle que sorprendió a los investigadores: la gran cantidad de tierra encontrada en el galpón, literales colinas de bolsones de escombros.
La tierra, curiosamente, no llegaba a la calle, no había restos de barro en la vereda. “Evidentemente, se cuidaron en esto. Tal vez habrá salido una camioneta en algún momento, pero toda la tierra estaba allí”, afirma una fuente clave.