La derrota 2-1 contra Boca, en un partido no oficial previo al comienzo del torneo, dejó ver que la “T” respetó las fortalezas conocidas y debió verse cara a cara con las asignaturas no solucionadas el año pasado.
Talleres se presentó en 2024 con un diseño de juego que, en líneas generales, trata de montar el funcionamiento sobre lo sólido de la estructura desarrollada en la temporada pasada y debe cargar con algunos problemas que son difíciles de resolver.
Partiendo de la base de que ya no existen los amistosos y solo hay “partidos no oficiales”, Boca fue una medida que permite trazar algunas reflexiones, más allá del resultado. Así como antes, con Javier Gandolfi, Talleres siempre trató de ir al frente, ahora con Walter Ribonetto como entrenador el GPS dejó ver coordenadas similares. Sus jugadores confiaron en manejar la pelota, abriendo la cancha, respetando el pase, soltando a los laterales como delanteros y edificando el juego interior con dinamismo y movimientos a dos o tres toques.
La versión actualizada respetó aquellas fortalezas conocidas y también enfrentó las asignaturas que Gandolfi no pudo solucionar. Ante Boca, Talleres trazó sus intenciones y no tuvo problemas estructurales graves, pero fuera de la actitud y ciertos momentos de fútbol acelerado que entusiasmaron a la gente, el equipo se estancó donde antes se había empantanado la versión de “Cobija”: los desacoples defensivos por la subida recurrente (e indispensable) de los laterales; la falta de conducción en el mediocampo; y las consecuencias inevitables de jugar sin un “9” que desahogue el juego hacia adelante.
Es decir, Talleres volvió a proponer un estilo de presión hacia adelante, interpretando el concepto de la movilidad pero no tuvo calidad de pase, cambio de ritmo, ni reflejos para acompañar más y mejor al paraguayo Ramón Sosa, su hombre más determinante.
Libreta de apuntes
1) ¿Cómo planea compensar defensivamente la trepada permanente de los marcadores de punta? ¿Se va a convivir con ese riesgo? Si la jugada en ataque termina bien, bárbaro. Pero eso no es habitual y la ausencia de los marcadores de punta genera un desajuste que exige respuestas, porque los rivales lo saben y lo aprovechan. Los laterales fueron fundamentales hacia arriba (más Gastón Benavídez que Blas Riveros) pero sus trepadas expusieron a los centrales (Matías Catalán y Lucas Suárez) a resolver la aparición de espacios amplios, que no son bloqueados tampoco en la mitad del campo.
2) ¿Rodrigo Villagra es indispensable? No le caigamos con todo al colombiano Juan Portilla, porque está en período de adaptación y jugar de “5” en un equipo que tiene el modelo de juego de Talleres, no es para cualquiera. Pero a Villagra se lo extrañó, por calidad, pase y manejo. Portilla no se escondió nunca, pero jamás se convirtió en líder, en referencia.
3) ¿Cuánto crédito tiene Diego Ortegoza? Frente a Boca arrancó bien, con confianza, compartiendo círculo central con Portilla, metiendo algunos cambios de frente interesantes. Pero después cayó en el desorden, con recorridos improductivos e imprecisiones en el manejo de la pelota, que terminaron multiplicando el desconcierto. Conclusión: volvieron a sustituirlo… Debe ser el jugador más reemplazado en Talleres en los últimos años.
4) ¿Rodrigo Garro hay uno solo? El zurdo pampeano, hoy en Brasil, dejó la vara muy alta, demasiado elevada para Luis Sequeira, un chico con mucho potencial, pero sin continuidad ni protagonismo donde el equipo lo necesita: ofreciendo calidad en el nacimiento de las jugadas. También lo reemplazaron. Si no hay un jugador apto para “jugar de Garro”, Talleres deberá revisar su modelo.
5) ¿Cuándo “explotará” Valentín Depietri? Superado aquel experimento de probarlo de “9”, el muchacho de Tandil sigue consumiendo su crédito sin terminar de convencer. Como mediapunta externo, se insinúa vertical y hábil en velocidad, pero le cuesta hacer diferencia, ser factor de desequilibrio…. y evitar que lo saquen: ante Boca, volvieron a reemplazarlo.
6) ¿Ribonetto insistirá con Nahuel Bustos como “9” de área? A NB lo vimos el año pasado confirmando sus condiciones como mediapunta, o segunda punta, con otras responsabilidades y prestaciones. Ante Boca dejó en claro que no está cómodo entre los centrales y terminó consumido. ¿Es tiempo de Federico Girotti en ese puesto? Ante la falta de referente interno, muchas de las corridas de Ramón Sosa se desperdician. O condenan al paraguayo a resolver por su cuenta.
Lo que se viene
La mejor defensa de Talleres es la tenencia de la pelota. No la posesión lateral o burocrática, sino aquella en la que puede aprovechar a sus hombres más rápidos lanzados hacia adelante y hacer que las cosas pasen.
Definitivamente es así y desde esa condición, se siente pleno, con confianza y creatividad, porque dispone de la oportunidad de decidir. El tema es qué pasa cuando no logra fluidez en la circulación y aparecen los desajustes que son la consecuencia de jugar de esa manera. Frente a Boca, sobrevolaron algunos fantasmas conocidos: si en el medio no hay receptores que solucionen los laberintos de las jugadas, o están atrás de la línea de la pelota, es testimonio de que Ribonetto tiene mucho trabajo.
El campeonato ya está encima y los jugadores nuevos son una incógnita. ¿Le alcanzará a Talleres con lo que tiene, para estar a la altura de las exigencias?