El desafío de atacar sin delanteros

Belgrano le ganó 4-1 a Sarmiento con un diseño de juego sin delanteros de punta. ¿Fue un experimento que salió bien o solo una circunstancia que no se repetirá? Lo concreto es que el equipo generó poco juego y aprovechó casi todo lo que se le presentó en oferta.

Cuando un equipo gana como Belgrano lo hizo contra Sarmiento, se abren los debates porque el fútbol es uno de los pocos deportes donde no siempre los goles son la consecuencia del mejor juego. Así como hay partidos en los que un equipo juega bien y anda negado para el arco, también cuenta el ejemplo de los que pueden convertir sin superar al rival.

Belgrano hizo detonar Alberdi porque ganó 4-1. ¿Jugó bien? ¿Mejoró? Mientras las respuestas flotan en el aire entre tanta emoción por un triunfo, es importante señalar que capitalizó los errores de un adversario que dio muchas ventajas. Jugó con sus habituales problemas para generar juego y se movió arriba -en la mayor parte de la noche- sin delanteros especialistas: Francisco González Metilli y Bryan Reyna, dos jugadores de un perfil técnico – táctico más de tres cuartos de cancha, fueron adaptados como atacantes de primera línea, expuestos a un sacrificio físico que los consumió y salieron un buen rato antes del final.

El cielo de Alberdi

La noche se llenó de interrogantes. ¿Repasamos algunas?

  1. ¿Es posible que Belgrano haya metido cuatro goles sin jugar bien?
  2. Si ganó sin jugar bien, ¿A alguien le importa o “sólo vale ganar”?
  3. Si ganó, ¿Es porque jugó bien?
  4. Si hubo goles, ¿No importan el proceso, el juego y los merecimientos?
  5. ¿Los goles fueron la consecuencia del funcionamiento?
  6. ¿Mejoró en los aspectos estructurales que viene sufriendo su juego?
  7. ¿Es legítimo creer que jugar bien no importa, porque se puede ganar igual?

Cuando se trata de triunfos urgentes e imprescindibles que rescaten al equipo de un incendio inminente, existe la tentación de abrazarse a las alegrías sin andar mirando mucho los flecos de los temas. Es decir, que la conclusión resulte “se ganó y punto”, sin espacios para análisis demasiado complejos. O sea, “manda lo emotivo” y lo otro es secundario.

El problema de razonar así es que pueden pasar dos cosas: a) que digan que Belgrano jugó bien y por eso ganó; b) que se piense que no importa jugar bien, porque está probado que se puede ganar igual… En un caso y otro, la realidad es que Belgrano debe tener cuidado en la digestión de todo lo que provocó la goleada ante los juninenses.

Fue aprendizaje puro: volvió a jugar mal y ganó la primera batalla cuando se repuso del impacto tremendo que significó el 0-1 marcado por Sarmiento. Esa situación, que pudo ser lapidaria, estimuló la rebeldía que tantas veces se le reclama al equipo. Y si bien solo ofreció corazón abierto, pudo empatar y dar vuelta la historia con los argumentos que su gente celebra, aunque el ojo clínico del hincha reclama un respaldo más estructural que ver atletas corriendo en la cancha.

Sin negar ni subestimar el valor del objetivo primario cumplido, es evidente que fueron determinantes las facilidades que ofreció Sarmiento porque no supo administrar el 1-0 parcial, regaló dos de los cuatro goles y recién en el final, cuando los celestes renunciaron a todo y se consagraron al piquete defensivo, se generó una sensación de que el resultado pudo ser más corto que el 4-1.

Pasemos en limpio

  1. No tengamos miedo en asumir y reconocer que Belgrano hizo cuatro goles, que no reflejan su rendimiento en la cancha. No hubo semejante diferencia en el juego.
  2. Ganó sin jugar bien, porque aprovechó la fragilidad de un adversario que ofreció todo tipo de ventajas. Es peligroso creer que “sólo vale ganar”.
  3. Fue más que Sarmiento y ganó con justicia, considerando las circunstancias del partido. Pero es un error afirmar que jugó bien.
  4. El proceso, el juego y los merecimientos son claves: asumir esa realidad es parte de la evolución.
  5. Belgrano mejoró en algunos aspectos, pero lo medular está en terapia intensiva: no tiene juego, no desarrolla el arte del pase y carece de fluidez para armarse y atacar. Jugar sin delanteros produjo un barullo que afectó a los dos equipos porque mientras Sarmiento nunca supo cómo neutralizar la movilidad de Reyna y González Metilli, al propio Belgrano le resultó quirúrgico alinearlos con una idea de juego colectiva.

Jugar lindo y jugar bien no lo mismo. Entenderlo es el primer paso para sostener el protagonismo al que se aspira en Alberdi. La única salida es el crecimiento. Y el crecimiento tiene que ver con mejorar desde los puntos elementales.