Te contamos por qué es importante tener este reservorio y cómo debemos mantenerlo durante todo el año.
Ante la constante expansión de la ciudad de Córdoba, surge la necesidad de realizar obras para llegar con el servicio de agua potable a todos los rincones de la mancha urbana. Esto puede generar un impacto en los hogares cuando no se cuenta con un tanque domiciliario.
Contar con un reservorio en casa nos garantizará disponer del recurso hídrico por el tiempo en el que se desarrollan los trabajos y hasta que se restituya la red. ¡Eso sí, haciendo un uso racionalizado y responsable!
El tanque brinda una autonomía de provisión de 24 a 48 horas, permitiendo así disponer de una reserva ante cualquier eventualidad. Recordemos que en Córdoba es obligatorio contar con uno, que debe ser acorde a la cantidad de personas que viven en el domicilio. Por ejemplo, para una familia de cuatro personas se recomienda tener uno de mil litros.
¡Siempre lleno!
Las contingencias, a veces, llegan sin avisar. Por eso, es fundamental garantizar que el reservorio esté lleno.
Cada tanto hay que subir al techo para asegurarse de que no haya grietas y de que el sistema de ingreso del agua esté en buenas condiciones de funcionamiento. La conservación de todas las instalaciones internas es una responsabilidad de cada usuario.
¡Siempre limpio!
Partiendo de que el tanque almacena un recurso vital para la vida de los seres humanos, que se ingiere de varias formas y que puede servir como vehículo para el ingreso de algunas bacterias al organismo, es fundamental que lo mantengamos siempre limpio.
Se recomienda realizar la limpieza al menos una vez al año, para eliminar los microorganismos que se acumulan en el depósito y que pueden causar problemas de salud.
El proceso se puede realizar en seis simples pasos:
- Cerrar las llaves: la que carga el tanque y la que baja a la vivienda. Recordá cerrar también la carga del termotanque o de un equipo similar.
- Primer vaciado: sacar toda el agua, hasta dejar sólo 15 centímetros. Cepillar el fondo, las paredes y la tapa con el líquido que quedó. Nunca utilizar cepillos de metal o productos de limpieza, como detergente, jabón, etcétera.
- Segundo vaciado: eliminar el agua por completo, enjuagar varias veces y sacar los residuos por la válvula de desagüe, no por la cañería de distribución.
- Llenado: volver a llenar el tanque con agua hasta la mitad y agregar cada mil litros uno de hipoclorito de sodio (lavandina). Luego, continuar hasta que se llene.
- Desinfectado: dejar actuar la lavandina durante al menos tres horas. Después, eliminar el agua y volver a llenar hasta eliminar el exceso de cloro.
- Reactivado: ponerlo en servicio, asegurándonos de que la tapa haya quedado completamente cerrada, de manera que no permita ingresar elementos contaminantes.
Lo ideal es realizar este proceso antes de que lleguen los días más calurosos, que es cuando necesitaremos más que nunca contar con una buena y saludable provisión de agua. ¡No te olvides! Siempre y en todos los casos es fundamental hacer un uso responsable del recurso, para asegurarles a las futuras generaciones un mundo habitable.
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