La promoción de uno y la caída del otro se produjeron en un escenario deportivo que tapó el disciplinario: ¿qué sanciones recibió River por los hechos de violencia que generaron sus hinchas, tanto en Córdoba como en Buenos Aires? Pasen y lean…
Hace 11 años se cayó el mito de que River (o Boca) no iban a descender nunca, porque al equipo Millonario le tocó sufrir el revés deportivo más importante en su historia centenaria y bajó desde el fútbol Clase A para vivir la experiencia subterránea donde nunca sobran los lujos y todo es remar en dulce de leche. Aunque hay ríos de tinta ensayando la mirada desde los factores y consecuencias del descenso riverplatense, desde Córdoba nunca perdimos (ni debemos perder) el orgullo de recordar que también hubo otra noticia vinculada con aquella, porque se trató del ascenso de Belgrano.
O sea, a River el descenso no le cayó en un paracaídas, sino que perdió el mano a mano con Belgrano, al que trató de ganarle de prepo y recurriendo a cualquier herramienta para amedrentarlo y sacar ventajas. Es como una “ligera omisión”: en el relato oficial que se recrea de aquel hecho, siempre se habló del enfrentamiento entre los presidentes de River y la AFA; del pase de facturas por el entramado de intereses que se tejen en las sombras de los campeonatos; de los arbitrajes; de los jugadores que no estuvieron a la altura…. Pocas veces se menciona que del otro lado había un equipo que ganó en la cancha, de manera legítima.
Interés e importancia
Se entiende el manejo del tema a nivel de medios de comunicación, porque hay un factor de interés / importancia, que hace que las noticias tengan una construcción, una presentación y una repercusión diferente, de acuerdo con el público que las consume. Si Atlético Tucumán le gana a Boca en la Bombonera, el 99% de los periodistas hablará de la derrota de Boca y ni recordará contra quién fue. O escarbará en los elementos de crisis del “grande” vencido, para sostener la tragedia el tiempo que se pueda… Pero en La Gaceta de Tucumán, el título será el triunfo del Decano.
Lo mismo ocurre cuando vemos la realidad desde Córdoba Capital, con relación a Sportivo Belgrano y Estudiantes de Río Cuarto, por ejemplo, clubes que son tan cordobeses como Belgrano, Talleres, Instituto y Racing, pero que quedan relegados en la prioridad.
Sin embargo, en el caso del ascenso de Belgrano, y el consecuente descenso de River, el aniversario recupera el tema para que hagamos memoria: ¿quiénes y cuántos pensaban que un club del interior podía mandar a la B a un poderoso? No es cuestión de optimismo sino de realismo, porque al fútbol se lo juega en el pasto, pero siempre hay una dinámica de poder que direcciona los acontecimientos, incluso más allá de la sanción de penales dudosos o árbitros distraídos. Definitivamente, no es cierto que “adentro de la cancha son 11 contra 11” porque, más allá de lo aritmético, los jugadores son diferentes en su calidad y están alineados con unidades de negocio que se activan de diferente manera.
Lo que vimos y quedó en la nebulosa
Primero, subrayemos que, en esa llave, el fútbol de Belgrano fue sólido defensivamente y astuto en el ataque. Ganó muy bien 2-0 en Córdoba y resistió con mucha hombría en Buenos Aires para abrazarse al 1-1, cuando River lo atacaba con todo y los goles parecían inevitables. Segundo, nunca perdamos de vista a qué se enfrentó y a qué le ganó el equipo cordobés. Tanto en Córdoba como luego en Núñez, se produjeron diferentes episodios de una gravedad extrema, que la AFA resolvió con un “chas-chas en la cola”, y a seguir, que el show debía continuar.
¿Ya nos olvidamos? En el Gigante de Alberdi, los hinchas de River rompieron el alambrado, se metieron a la cancha y hasta llegaron a agredir a sus propios jugadores para que “reaccionaran”… En el Monumental, más allá del triste folclore de hacer ruido y molestar en el hotel para incomodar el descanso de los rivales, durante el entretiempo del partido un grupo de barras de River llegó hasta el vestuario del árbitro Sergio Pezzotta, lo amenazó de muerte y abolló la puerta a patadones. ¿Cómo llegaron hasta ahí? Si un hincha anónimo tiene la intención de acercarse a la autoridad del partido, debe sortear cuatro o cinco filtros con controles muy estrictos: a estos tipos, les liberaron la zona y pasaron…
Por supuesto, recordemos que la revancha debió ser suspendida cuando iban 1-1, ya en los minutos finales, porque la gente comenzó a tirar cosas a la cancha, intentó agredir a los jugadores del club cordobés y hasta hubo exaltados que prendieron fuego a los asientos de la platea… Afuera del estadio, hubo corridas, enfrentamientos con la Policía y muchos autos particulares dañados y saqueados.
Las sanciones de la AFA fueron: multa de 500 entradas por 8 fechas; partido perdido 1-0 y cinco partidos de suspensión a la cancha (dos, sin público y tres, solo socios). Absolutamente nada se dictaminó sobre las amenazas y patoteada al árbitro, un hecho que, en cualquier circunstancia, en un país serio, hubiera merecido un castigo rotundo. O sea, no hubo sanción deportiva alguna, sino económica y administrativa. Lejos quedó la presunción de los especialistas en justicia deportiva, en que a River podrían descontarle puntos, mandarlo al descenso más abajo o inhabilitarle la cancha por un tiempo mayor.
A todo eso le ganó Belgrano; con su juego, con su estilo, con su silencio. La misma AFA que nunca se cansa de castigar a los clubes de provincia cuando rompen las reglas, midió la gravedad de los hechos de violencia evaluando la trascendencia de la camiseta y el peso político del club, más allá de lo que pasó. Por eso, 11 años después, es sano que hagamos memoria para comprobar cómo es nuestro fútbol y contra qué rivales juegan los que viven lejos de los escritorios de quienes dirigen nuestro fútbol.