El mandatario habla a diario con un grupo de soldados para definir las tácticas. Cada uno tendrá un rol puntual, aunque se avizoran superposiciones.
Javier Milei formó una pequeña tropa de dirigentes que tendrán asegurado el contacto directo con el Ejecutivo y, con sus instrucciones, se ocuparán de dar personalmente la batalla del Gobierno en el Congreso por el DNU de desregulación de la economía, que entró en vigencia este viernes, y por la ley Ómnibus. Del éxito de esas gestiones, que ocupan el primer lugar de la lista de prioridades del Presidente, dependerá el capital político de los libertarios en el inicio de la nueva administración.
En el embrionario esquema para impulsar la estrategia legislativa, cuatro jugadores tendrán fuerte protagonismo durante el mes que viene, cuando tomará velocidad el período de sesiones extraordinarias: el ministro del Interior, Guillermo Francos; la presidenta provisional del Senado, Victoria Villarruel; el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem; y el recién llegado secretario de Relaciones Parlamentarias y con la Sociedad Civil, Omar de Marchi.
No tienen una tarea fácil. Desde el inicio de su mandato, Milei demostró rechazo hacia el Parlamento, al “darle la espalda” a los legisladores en la ceremonia de jura; con la presentación de un DNU como primera medida de peso; y al acusarlos, aunque sin dar nombres, por recibir dádivas a cambio de ceder sus voluntades.
De todas formas, el Presidente se encargó de armar una estrategia con los cuatro espadachines, con quienes habla seguido y a quienes ya recibió individualmente, con mayor o menor grado de publicidad, según el tipo y el estado de la relación. Por separado, con Menem y De Marchi hizo las puestas en escena más cuidadas, en el hotel Libertador y en la Casa Rosada. Con Francos y Villarruel, con quien tiene mayor confianza, apenas hubo fotos juntos y mantuvieron los diálogos en privado. El último en pisar Balcarce 50 fue el líder de Unión Mendocina, que se acaba de incorporar al gobierno y fue convocado anteayer por el Jefe de Estado en su despacho, con foto y mensaje de bienvenida en redes incluidos.
Durante los últimos diez días, los cuatro dirigentes mantuvieron frecuentes reuniones entre sí, en general secretas, de a dos y tres, y con los jefes de los bloques -aunque todavía nunca en conjunto-, para definir sus roles y la estrategia. Cada uno tendrá una tarea específica, aunque se vislumbran superposiciones que, dicen, intentarán sortear sobre la marcha.
Los miembros del escuadrón Ejecutivo-Legislativo se conocen hace poco. Los tres primeros son libertarios de pura cepa, que entraron en contacto entre sí bien entrada la campaña electoral. El último es un exdirigente de las filas del PRO de Mendoza, que rompió con los amarillos y los radicales para armar su propia fuerza y tiene muy mala relación con varios referentes duros del partido que fundó Mauricio Macri, como Patricia Bullrich, y con los correligionarios de la línea del gobernador Alfredo Cornejo, que se impuso en las últimas elecciones pero por un margen más estrecho del que esperaba, justamente por la incidencia de De Marchi en el resultado.
En Gobierno aseguran que los cuatro están decididos a trabajar en equipo y que procurarán evitar superponerse en el vínculo con los legisladores, los gobernadores, los sindicatos y los líderes de los partidos, centrales para sacar las leyes o evitar que les veten el DNU. La semana pasada, Francos se reunió con Villarruel y con Menem en el Congreso. Y al día siguiente los recibió nuevamente en la Casa Rosada. En paralelo, el ministro le dio la bienvenida a De Marchi, que acababa de desembarcar en su despacho del salón Martín Fierro, en el primer piso del palacio, donde trabajará bajo la órbita del jefe de Gabinete, Nicolás Posse. Como es habitual, los libertarios no dejaron trascender casi nada sobre el encuentro. “Fue un diálogo productivo para empezar a trabajar juntos”, dijeron en la cartera política.
El contacto es cada vez más frecuente. Ayer Francos estuvo nuevamente en el Senado, esta vez para encontrarse con Villarruel y con los jefes de los bloques, que le plantearon su incomodidad con las acusaciones por “coimeros” de parte del propio Milei y por “poner palos en la rueda”, según el vocero presidencial, Manuel Adorni. El mismo día, De Marchi estuvo en el mismo despacho para presentarse a Villarruel. “Se puso a disposición para trabajar juntos, no mucho más”, se limitaron a transmitir en el entorno de la vicepresidenta, que acaba de lograr un acuerdo con el arco no kirchnerista para formar una especie de interbloque informal de 39 senadores. Ese número les permitiría alcanzar la mayoría simple si sumaran eventuales nuevos apoyos cuando se terminen de definir -es inminente- las composiciones de las comisiones y sus respectivas presidencias, monedas de cambio fundamentales en la negociación parlamentaria.
Menem y Villarruel, en simultáneo, participaron en la mayor parte de los encuentros del Gabinete que se realizaron todos los días en la Casa de Gobierno durante las primeras semanas y empezaron a espaciarse desde ayer. En todas tuvieron sendos contactos con Javier Milei, que tiene vínculo más aceitado con el presidente de Diputados y con Francos. Son conocidas las diferencias con la abogada, de quien se distanció en el tramo final de la campaña para dar lugar a una relación tensa, muy distinta de la que sostuvieron durante los dos primeros años de carrera política, cuando trabajaron codo a codo como compañeros de banca en la Cámara baja. Hoy se comunican a diario principalmente por chat.
En los respectivos entornos de los espadachines con oficinas en Balcarce 50 y en el Palacio del Congreso, De Marchi y Francos, aseguran que no se pisarán en sus funciones e interlocutores, y están decididos a evitar los roces. El jueves pasado se encontraron en la Casa Rosada para entrar en sintonía, y en sus oficinas fueron especialmente cuidadosos, ante la consulta de este medio, de no herir susceptibilidades a la hora de explicar sus respectivos roles en la estrategia legislativa.
Francos no trabajará en el “poroteo” sino en la estrategia “macro”, en las reuniones con los gobernadores -fue quien organizó el encuentro con los 24 mandatarios y el Presidente- y “las figuras políticas más importantes” o de mayor peso, así como en la “articulación” general. El ministro político tiene llegada directa con el Presidente, a quien puede visitar a diario con sólo subir un piso, lo cual le otorga un poder excepcional frente al resto de la dirigencia. Pero en el ajuste del Gobierno perdió herramientas de negociación con la eliminación de la obra pública y de los aportes discrecionales que dispusieron Milei y el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo.
En términos económicos, le quedaron, al menos, los Aportes del Tesoro Nacional (ATN). Aunque se impuso cierta incertidumbre en las provincias sobre quién es actualmente el nexo en el Gobierno para pedirlos, desde que el titular de Hacienda dispuso traspasar a su propia órbita cualquier decisión administrativa sobre esas erogaciones. En Interior aseguraron que, como Wado, es Francos el encargado de recibir los pedidos y trasladarlos a Hacienda. Pero según pudo saber Infobae, algunos gobernadores se contactaron también, directamente, con Caputo. “No cambia nada. Antes Interior también tenía que hablar con Economía para pedir los fondos. A lo sumo cambiará que el expediente lleve la firma de los dos, pero no mucho más”, le restó importancia a la modificación administrativa un funcionario.
El perfil de De Marchi promete darle mayor protagonismo a la Secretaría de Relaciones con el Parlamento, que fue comandada durante los cuatro años de gobierno de Alberto Fernández por el referente de Movimiento Evita, Fernando “Chino” Navarro, que estaba más pendiente de los planes sociales que del vínculo con el Congreso. La inactividad de esa dependencia se profundizó aún más en 2021 con el reemplazo de Santiago Cafiero por Juan Manzur, que tenía relación previa con los gobernadores; y por el vínculo excluyente que mantenía el titular de Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, con la presidenta del Senado, Cristina Kirchner.
De Marchi, dijeron en la Casa Rosada, sería una especie de doble agente, con un papel formal o “duro”; y otro informal o “blando”. Por un lado, se encargará de la trazabilidad parlamentaria sobre los proyectos que ingresan, la preparación de las respuestas a los pedidos de informe que lleguen desde el Parlamento y el envío de los mensajes del Ejecutivo al Congreso, sean proyectos o notas, y la elaboración de los informes de Posse. Por otro, se centrará en darle cohesión al bloque, trabajará en los roles de cada diputado y las vocerías; en el relacionamiento político -según aclararon, en sintonía con Francos, Menem y Villarruel-, con reuniones “constantes” con diputados rasos y autoridades. “Estamos tratando de generar el camino para que las cosas sucedan. El Presidente nos pidió que seamos ejecutivos”, deslizaron.
De Marchi fue importado por LLA por su larga experiencia -fue diputados por doce años y comandó desde la vicepresidencia la Cámara baja- y en los pocos días que lleva en el cargo ya visitó a varios legisladores, principalmente los propios. Pero tiene una relación complicada con el PRO y la UCR en su provincia, de quienes se apartó para competir con su propia fuerza este año. También discutió duramente con Patricia Bullrich cuando era candidata a presidenta de JxC. Y aquellos resquemores, que siguen vigentes, podrían dificultarle al líder de Unión Mendocina las relaciones con los diputados “bullrichistas”: Damián Arabia, Laura Rodríguez Machado, Sabrina Ajmetech, Alberto Asseff, Silvina Giudici, Alejandro Bongiovani, Patricia Vaquez, Sergio Capozzi y Gerardo Milman, de quienes depende, en buena parte, el caudal que pueda reunir el oficialismo para avanzar con sus proyectos.
En Gobierno admitieron que el propio Milei quiso darle un lugar en el Gobierno como retribución a su apoyo durante las elecciones. Especialmente luego de dejarlo fuera de la Secretaría de Educación que le habían prometido en los primeros días post-balotaje. “Omar había trabajado mucho en la campaña de Mendoza en temas educativos y era el más adecuado, pero lo borraron”, se sinceraron en la provincia en estricto off the record. Sin embargo, oficialmente, en su entorno dijeron que aquel nombramiento nunca estuvo firme y que “sólo era una versión más, entre tantas” sobre la conformación del Gabinete. Algunos rumores indicaron que fue el propio Cornejo el que puso trabas a ese desembarco, pero en todos los sectores involucrados lo negaron tajantemente. “Son operaciones”, aseguraron.
En las fuerzas aliadas en el Congreso aseguran que la interlocución con el Gobierno es aún “desordenada”. “A diferencia de otros esquemas políticos, este aparece más atomizado”, se sinceró un diputado de PRO. “En el gobierno de Mauricio hablábamos con (el ministro del Interior, Rogelio) Frigerio y con (el presidente de la Cámara, Emilio) Monzó. Y el que contactaba a los diputados era Monzó. Ese era el camino y estaba claro. En el gobierno anterior, Cecilia (Moreau) y Germán (Martínez) hicieron algo similar, y estaba Wado. Hoy no sabemos bien quiénes son los interlocutores en Casa Rosada y está siendo desordenado. Todos hablamos con todos”, compararon. No obstante, se mostraron pacientes y dispuesto a dar margen hasta que el sistema del nuevo gobierno se organice: “Es lógico, están empezando. Pero no está claro con quién tenemos que hablar. Yo me comunico con dos de ellos en particular, y todavía no sabemos cuál va a ser el rol de De Marchi”, agregaron en el bloque amarillo.