Gane o empate, la ecuación de cada fecha ofrece saldos similares: sigue lejos de los otros equipos, que se acomodan desde el segundo puesto para abajo sin que uno en particular parezca sólido como para discutirle el liderazgo.
Belgrano se acostumbró a ganar y desde esa condición, ya no tiene facilidad para digerir otro resultado que no sea un triunfo. Le cae pesado que lo empaten, y ni hablar si pierde, porque le tomó el gustito a ser puntero en un campeonato parejo, muy exigente, con muchos viajes y adversarios de todo quilate y expectativa.
Llegó a este nivel de satisfacción por el ahorro de puntos que metió en el comienzo de la temporada sumando en todos lados, cuando la mayoría de los equipos buscaba armarse y demoró en arrancar.
Por supuesto, lo que falta será crucial porque cada partido empezará a ser decisivo, pero el margen de maniobra del que dispone es amplio y le da la posibilidad de amortiguar los efectos de algún resultado poco satisfactorio, porque entre su posición y la del resto hay un espacio grande. Ahora, prácticamente todos definirán algo: Belgrano sabe que serán rigurosos los partidos contra los de arriba, porque todos y cada uno de los rivales procurarán meterse lo mejor posible en la disputa de algún ascenso. Y también serán de alto voltaje los cruces con los de abajo, porque ya largó la temporada de angustia de cara al descenso que amenaza y se llevará a varios. Cada punto cotizará oro; cada gol puede ser la llave que abra nuevas expectativas o modere las que existen.
Parecidos, aunque diferentes
Belgrano e Instituto tienen muchas coincidencias en esta campaña: con lo que ofrecieron en materia de juego, les alcanzó para generar un ritmo de crecimiento que los proyectó hacia lugares destacados, aunque la Gloria despegó más tarde y su posición en la tabla transita un espacio más congestionado. Pero los dos están arriba, salen a ganar siempre y presentan fortalezas que les permiten merecer el respeto de toda la categoría.
Además, cuentan con un respaldo popular impresionante, que se convierte en un factor para capitalizar: la gente no entra a la cancha, pero nivela para arriba porque la presencia es referencial y el aliento es testimonial de lo que rebota afuera lo que se inspira adentro. ¿Cuántos clubes en Argentina tienen la posibilidad y el arraigo como para armar las fiestas que se ven en Alberdi y Alta Córdoba? Cuando los hinchas ven señales de que algo puede funcionar y los equipos quieren (y pueden) pelear por objetivos importantes, no hay tribuna que alcance.
La cuestión que los distancia es este fenómeno que “espera” y “protege” los intereses de Belgrano cuando no gana: a la hora de acelerar, los que vienen más atrás pierden aceite y el campeonato queda como en piloto automático, a expensas de los celestes. Como si el torneo lo esperara y le renovara el crédito…. No solo en los números, sino también en el juego porque hasta le perdona que no juegue del todo bien y respeta sus credenciales, mientras los otros los equipos se distraen en el camino y a veces hasta le pierden la huella.
Deuda interna
Sin haberse consolidado futbolísticamente muy por encima del resto, como se refleja la tabla, Belgrano llega a esta instancia del campeonato con una relativa deuda interna: tiene jugadores para jugar mejor y pasar menos sustos. Pero, a su vez, ha sabido protegerse en sus fortalezas, que son varias y determinantes: es un equipo con una buena estructura defensiva y certero para el gol. Nunca ganó los partidos con amplitud, pero sí lo hizo con dosis homeopáticas que resultaron suficientes. Ganó partidos jugando bien y también ganó otros estableciendo diferencias en los pequeños grandes detalles, que siempre influyen.
En ese universo y mientras Alberdi explota de alegría y celebración, los hinchas siguen adaptándose a una realidad nueva, casi desconocida: ven al equipo con ansiedad y nervios, pero sin el componente de angustia de otros tiempos, en que todo costaba el triple.
Una tribuna relajada es impropia del ADN pirata, pero es notable cómo el público disfruta esta experiencia nueva de ver al equipo como máximo candidato, con un colchón de puntos de ventaja.
Mientras se demora el crecimiento colectivo para elevar la vara, a Belgrano le alcanza con la columna vertebral: muy bien Losada; sólidos Rébola y Novaretti; parejo y confiable Longo; inagotable Vegetti.
La gente que fue a ver el partido contra Independiente Rivadavia se quedó con las ganas de ver un triunfo que pudo servir para escaparse en las posiciones. Pero también aceptó que no haber perdido también resultó rentable. No hay ciencia que pueda certificarlo, pero todos hablan, todos murmuran y todos aceptan, que el campeonato sigue esperando a Belgrano.