“Maligno” Torres, alias José, ganó la primera medalla dorada para el deporte argentino, en los Juegos Olímpicos de París. Lo hizo adjudicándose la prueba de BMX Freestyle para entrar en el mapa del deporte nacional y reeditar el debate profundo por la titánica tarea que tienen los deportistas “cuentapropistas” ante la insuficiente política de Estado para estimularlos.
La bicicleta en la que vuela José “Maligno” Torres no sirve para ir a hacer las compras, ni para inventar travesías por la geografía de las sierras. Es una herramienta científica a medida de las ilusiones de un muchacho que será tapa de los diarios y aparecerá hasta en la sopa, porque hoy es exitoso. Hablaremos de él, de su casa, de sus viejos, de las milanesas que la mami le prepara y del tamaño y el peso de su bici, que parece chiquita y a simple vista no tiene alas…
Además, nos entregaremos a revisar un tema que siempre sale en oportunidad de los Juegos Olímpicos: ¿qué debe pasar para que los deportistas que se preparan solos, que pelean cada moneda para entrenarse y desarrollarse, tengan el suficiente apoyo del Estado para proyectarse a nivel competitivo? No son negocio, evidentemente. Y cargan con la condena de las ausencias y el olvido.
Tomemos un ejemplo muy gráfico: Hong Kong le paga casi 800 mil dólares a sus medallistas de oro y una buena ponchada de verdes a los que reciben una presea de plata o bronce. Más abajo en la escala remunerativa, Singapur pone arriba de los 700 mil dólares para el deportista dorado e Israel, casi 300 mil. No entremos en el atajo de comparar de manera lineal porque sería un error, pero sí vale como contexto: mientras hay países que acompañan todo el año al deporte no profesional, Argentina tiene balcones y presidentes de sobra para recibir a los campeones del fútbol, pero poco espacio para salir a llenarse las patitas con tierra…
Mucho gusto, aquí el campeón
Los medios de comunicación le dedicarán sus espacios más importantes, por una lógica que no debe parecernos cruel, ni oportunista, porque tiene un sustento (y es inevitable): se mueven y activan sus números en función de una rentabilidad a partir de la repercusión. Si se tuerce el tobillo un ferretero de Tío Pujio, solo lo sabrá su esposa… Pero si el lesionado es un famoso, allá irán los grabadores urgentes y, tal vez, hasta recojan el testimonio del que le vendió el analgésico.
La prensa necesita informaciones que traccionen. ¿Es un pecado? ¿Es un delito? Para nada. Son las reglas de juego. Torres es un personaje público ahora porque su triunfo despertó mucho reconocimiento. Nos repartiremos entre los que valoran la noticia de su premio y los que recién ahora se enteran de que hay una disciplina olímpica en la que se hacen rulos en el aire con bicis que no tocan el piso.
No es el periodismo responsable de este fenómeno, sino un engranaje de un proceso. Incluso, descontando a los periodistas voraces que no dudarán en meterse donde no los llaman. Lo mismo que le pasa al BMX, es lo que ocurre en nuestro medio con el tenis de mesa, el handbol, el vóley, el atletismo y muchísimas otras actividades: o sea, más allá de las luces del fútbol, hay miles de deportistas que no tienen las condiciones dignas para prepararse. O no tienen los recursos para comprarse las zapatillas que necesitan y deben competir con otros que disponen del apoyo (privado u oficial) para lucirse en los torneos.
Es cierto, a veces pasan cosas que nos hacen pensar sobre la importancia que tendría la prensa si focalizara en objetivos menos amarillistas para dar una mano: ¿es más interesante difundir un campeonato de karate o mostrar fotos de Gran Hermano? Sabemos la respuesta…
Mientras tanto, la gran pregunta es ¿cuál es la política de Estado para apoyar el desarrollo y la difusión de aquellos deportes que no tienen que ver con lo profesional? Porque en Córdoba se hacen cosas a través de los distintos estamentos de la Municipalidad y la Provincia, pero está claro que no alcanza. O se usan con criterios “especiales”: los políticos suelen caer en la tentación de ver el deporte como una oportunidad de figuración, más que de apuesta o estímulo. Y se activa la fábrica de humo…
Hace unos años, llegaron a Argentina unos periodistas de la BBC de Londres. Querían preparar un documental que les permitiera entender creer cómo un país como Argentina, famélico de políticas deportivas, era capaz de engendrar deportistas del calibre de los inolvidables José Meolans o Georgina Bardach…
Hoy, mañana y durante varios días, “Maligno” estará en nuestras oraciones. Silenciosamente, se ganó el aplauso de todo un país que no dudará en olvidarlo cuando haya un gol para festejar.