Para que la historia siga viva, EPEC transformó la Usina Bamba en un museo que ya abrió sus puertas para el público en general, de lunes a viernes de 9 a 14 horas.
Se encuentra en el km 16 de la ruta E-55, frente al Apeadero “El Payador” del ferrocarril Central Córdoba Noroeste.
Las reservas para visitas de grupos e instituciones se pueden gestionar al mail museomolet@epec.com.ar o al teléfono 3514297217.
Los principales atractivos son las instalaciones de la usina, tanto la obra arquitectónica como la de ingeniería, que conservan su imponencia un siglo después.
La propuesta se completa con un entorno natural de gran belleza, en el que la flora y la fauna autóctonas son protegidas y conviven con esta obra, que ya es un registro del desarrollo humano a través del tiempo.
En su interior, el Museo invita a realizar un recorrido por la evolución histórica de la energía eléctrica, contada en una secuencia de imágenes que ilustran las paredes de la vieja usina.
El edificio recuperado, la buena conservación de la maquinaria y la colección de objetos que conforman al Museo, permiten que los visitantes puedan situarse a fines del siglo XIX e imaginar la importancia que tuvo esta central generadora de electricidad en el desarrollo industrial de la época.
En un futuro próximo, la agenda del segundo museo de EPEC contendrá ciclos de conferencias y actividades culturales y educativas, todo dirigido al público en general y con entrada gratuita.
Un poco de historia
La Usina Bamba fue inaugurada el 29 de noviembre de 1897 y funcionó durante 67 años.
Fue la primera usina hidroeléctrica de servicios públicos de todo el país y de Sudamérica. Su aporte para el desarrollo energético en Córdoba y el país fue trascendental.
La energía que esta central generaba, aprovechando la fuerza cinética del agua, fue utilizada para el alumbrado público en la ciudad de Córdoba.
Esta usina fue proyectada por Joseph Oulton en 1891, pero la construcción estuvo a cargo de la empresa Córdoba Light & Power Co.
El lugar escogido para la construcción fue una extensa curva del río Suquía, cerca del viejo dique San Roque y del dique derivador Mal Paso, que en esa época servían para aprovechar el cauce del río.
Ahí se construyó también un pequeño embalse y un canal de 80 metros de longitud, cavado en la roca, que atravesaba la montaña de un lado al otro.
El canal llevaba el agua del embalse hacia la usina. El agua llegaba a una cámara, de la que nacían tres conductos metálicos, que la trasladaban en caída libre hasta las turbinas de la central Bamba, y el giro de las turbinas era transmitido a los alternadores, responsables de generar la corriente eléctrica.