¿Por qué deberías verla y por qué no?, en palabras de nuestro especialista Flecha Lástrico.
Nominada al Oscar como Mejor película internacional, llega el demorado estreno de esta imprescindible historia. Irlanda, principios de los años 80. Las primeras imágenes de ‘The Quiet Girl’, película dirigida por el irlandés Colm Bairéad, ponen en alerta al espectador sobre lo que puede esperar de una propuesta, con ajustado metraje, que encuentra en lo formal su razón distintiva. Cáit (Catherine Clinch) es una preadolescente parca en palabras. Tanto en el ámbito familiar como en el escolar, parecer huir del contacto personal. La soledad es el refugio de una joven que hace patente el déficit afectivo, arraigado en el seno de una familia tan numerosa como disfuncional.
Sus progenitores, ante el nuevo embarazo de la madre, deciden que pase las vacaciones estivales con una madura pareja. Familiares lejanos a los que ella no conoce. Esas semanas de convivencia van a desarrollar entre los protagonistas vínculos inesperados. Impresionante el despliegue gestual de la debutante. Sus miradas, reforzadas por ojos cristalinos y potentes, reflejan la tensión y desazón del momento.
El director da buen ejemplo de la utilización del lenguaje cinematográfico. Esa experiencia tan difícil de conseguir (pero única e incomparable cuando se alcanza), consistente en decir mucho con imágenes, dejando el lenguaje verbal en segundo plano. Colm Bairéad compone una puesta en escena contemplativa, lírica, con buen acompañamiento de la música, de las elipsis y un refinado gusto por la luz. Cada plano es capaz de transmitirte algo.
Desolación, pérdida, descubrimiento, orfandad de cariño, angustia y terror, vistos a través de las vivencias de una niña, logran conmover y zarandear, creando una atmósfera áspera, que apela a la incomodidad. Y al miedo. Con escenas inquietantes dónde un sentido abrazo y dos simples palabras, resumen a la perfección un estado de violencia soterrada.
CALIFICACIÓN: ↗️↗️↗️↗️