¿Por qué deberías verla y por qué no?, en palabras de nuestro especialista Flecha Lástrico.
Es inevitable recibir con escepticismo cada nuevo derivado de un clásico del cine de terror. ¿Una precuela de “La Profecía” (1976) de Richard Donner? ¿En serio? Sí, iba en serio. Y lo mejor es que es una película extraordinaria. “La primera profecía” sucede en Italia en 1971 y tiene como protagonista a Margaret (Nell Tiger Free), una joven novicia que ingresa en un orfanato dirigido por monjas. Ese es el arranque de un film de orígenes, respetuoso con el clásico del que parte, ingenioso en su diálogo con el mismo y pensado en su adaptación de la historia a los códigos del presente.
La historia está muy conectada a los discursos y las reflexiones actuales en torno a la intimidad, el cuerpo y el deseo. Pocas películas recientes hablan de una forma tan impresionante (física, radical y clara) como esta de la violación de la intimidad, del control del cuerpo por otros (las escenas obstétricas) y del deseo castigado. Es una producción a la antigua usanza. Un terror que ya no se hace, lejos de sangre, pero con un clima ominoso que bebe de sus predecesoras.
Es una fiesta. Una fiesta del horror. En un debut apabullante, Arkasha Stevenson (curtida en series como “Channel Zero” y “Nuevo sabor a cereza”) lo pone todo al servicio de la representación del espanto. La dirección artística, la fotografía (siguiendo el estilo de las películas de los 70, calculo para darle ese tono que tuvo la primer trilogía) y la ambientación son exquisitas. Como lo es el diseño de las escenas de terror, con efectos sonoros que perturban y una música atonal, religiosa, repleta de coros en latín y el momento esperado por todo cinéfilo: la aparición del “Ave Satani”, tema de la saga original de Jerry Goldmith.
Hay ideas, imágenes imponentes (dos escenas que son traumáticas) y una necesidad furiosa de buscar nuevas formas de representar el espanto (aunque en ella reverberen clásicos como “El bebé de Rosemary” y “Agnes de Dios”). “La primera profecía” es perturbadora y da miedo. Es una de las mejores películas de terror de esta década. Una catarsis satánica, feminista y blasfema a la altura del clásico original.
CALIFICACIÓN: ↗️↗️↗️↗️