¿Por qué deberías verla y por qué no?, en palabras de nuestro especialista Flecha Lástrico.
Antes que nada, hay que sacarse el prurito de que se trata de otra historia del famoso conde, ya que para “gancho” se utiliza el nombre, cuando en realidad el original sería “El último viaje del Demeter”, pero que no falta a la verdad. “Drácula mar de sangre” se basa en un solo capítulo de la novela de Bram Stoker que detalla la llegada del protagonista a Londres y que tiene como documento el diario de a bordo del Capitán Elliot.
El resultado final del viaje casi se revela en los primeros minutos de la película. Y el planteo con gran despliegue visual, muy bien logrado, no puede ser más terrible: estar en altamar con Drácula, que sabemos tiene una sed insaciable. Entre los aciertos del film se destaca el mostrar tormentas y oleaje constante en un barco donde primero desaparecen las ratas y luego rescatan a una chica polizonte casi moribunda que necesita transfusiones de sangre.
Después vendrá la cacería y la aparición del monstruo. Lo encarna Javier Botet y se presenta bestial, con cierto aire a Nosferatu. Que todo suceda en un ámbito donde es imposible huir (como en Alien: el octavo pasajero) contribuye a la tensión. Para ello se contó con un guión de Bragui Schut Jr y Zak Olkewicz, que no tiene demasiada originalidad. Aunque el director André Ovredal (La Morgue) es un verdadero experto en manejar climas de oscuridad y momentos realmente espeluznantes.
El conde vampiro fue presentado en el cine como seductor, implacable, operístico o bellísimo. Aquí su representación lo revela como el señor del mal, un demonio dispuesto a comenzar su raid en la populosa Londres. ¿Otro capítulo de una saga? Puede ser. Por ahora vemos esta peli que tiene muchos atractivos. Destacan fotografía, edición, efectos y música. Amén de la producción de Steven Spielberg.
CALIFICACIÓN: ↗️↗️↗️↗️