¿Por qué deberías verla y por qué no?, en palabras de nuestro especialista Flecha Lástrico.
“Todos somos extraños” es una de las mejores películas del año. Es un viaje al corazón del dolor. Al centro justo que determinó una vida de penas y soledad. No hay melodrama, pero sí un vuelo alto a las reflexiones sobre la pérdida, las oportunidades que nunca se darán, lo no dicho y lo que debió ser confesado.
Para un hombre solitario, un guionista de televisión gay que vive en un edificio nuevo semi-vacío, emprender una nueva relación le es casi imposible. Un vecino se muestra más que amigable. Pero el protagonista está roto por dentro desde que tenía 12 años. Sólo la sensibilidad y el talento del director Andrew Haigh pudo adaptar la novela de Taichi Yamada y plasmar en imágenes esos fantasmas del pasado. Porque el protagonista toma un tren y mira por la ventanilla un paisaje borroso y cuando llega a la casa paterna se encuentra con su pasado.
No es una película sentimental, pero sí de sentimientos profundos que emocionan al espectador hasta las lágrimas. Ese juego de tiempos, esos hechos tan tristes, solitarios y finales que plantea en el pasado y en el presente, se tiñen de abrumador desconsuelo. Es sin dudas un estudio sobre el amor, la soledad y, hasta un cierto punto, una reflexión sobre alguna esperanza de reparación.
Un film conmovedor y exquisito. Maravillosos actores: un Andrew Scott increíble, un muy bien Paul Mescal y perfectos Claire Foy y Jamie Bell. Amén de la hermosa fotografía y una tremenda banda sonora de clásicos de los ochenta.
Es una desgarradora y necesaria mirada a la pérdida, las palabras que nunca se dijeron y al amor más allá de esta existencia.
CALIFICACIÓN: ↗️↗️↗️↗️↗️