Contra San Lorenzo, Belgrano sufrió la sanción de un penal muy discutido, por una mano cobrada a instancias de la asistencia que los árbitros tienen a través de la tecnología. ¿Cómo es posible que una jugada parecida, en otro partido tenga una sanción diferente?
Una de las peores cosas que pueden ocurrirle a nuestro fútbol es sumar factores de discordia. Como si no alcanzara con la cultura del llanto, el clima hostil que brota en todos los escenarios y la facilidad con la que confundimos la picardía y la trampa, el VAR es un explosivo que lleva el combo al peor lugar: la falta de credibilidad, que termina siendo un insumo de lo anterior. Con razón, o bien sin tenerla, los protagonistas se enfrascan en discusiones inevitables e interminables, que comienzan en la cancha y se proyectan afuera. Entonces, lo importante no es ganar, sino que pierda el otro…
Es una lástima que sigamos hablando del VAR (sistema de asistencia de video para el árbitro) y del penal que le cobraron a Belgrano contra San Lorenzo, y no de lo mejor que hizo el club cordobés: incomodar a un equipo que se especializa, precisamente, en poner incómodos a todos. San Lorenzo juega un fútbol que Belgrano convirtió en estéril y lo obligó a cambiar estructuralmente, cosa que no ocurre con frecuencia. Pero hubo un penal muy discutido y el eje de la historia se modificó: incluso, restándole puntos a un triunfo muy meritorio, que parecía en el bolsillo de la B y, sobre la hora, se apagó para ser empate 2-2.
No es para todo ni todos
¿Vale la pena recordar en qué circunstancias actúa el VAR? Siempre hay que hacerlo, para encarrilar las discusiones: no se usa para todo lo que genera polémica, sino para situaciones de gol, jugadas de expulsión, infracciones de penal e identificación de jugadores. No corresponde reclamar VAR para otra cosa, aunque nunca sabremos si por el auricular, al árbitro le van indicando cuál es la decisión correcta en tiempo real en otro tipo de jugadas.
Desde la condición de cuestionadores por naturaleza, lo que ocurre en una cancha parece cuestión de Estado (sobre todo, si involucra a Boca o River). Todos los jugadores son capaces de negar que se afanaron el dulce de leche de la heladera, aunque tengan la trucha toda pegajosa… Lo vemos en todas y cada una de las jugadas en las que se polemiza.
En el caso de San Lorenzo – Belgrano, un futbolista azulgrana (Carlos Sánchez) remató desde la medialuna hacia el corazón del área. En el intento de taparlo, el defensor celeste Alex Ibacache llegó medio desarmado y bloqueó el tiro. No suponía un peligro severo para los intereses del equipo cordobés, pero es cierto que el disparo iba en dirección hacia el arco de Nahuel Losada. El árbitro dejó seguir pero, a instancias del VAR, validó que el balón dio en el brazo derecho de Ibacache, el más distante de la pelota: no hubo intención alguna de sacar ventaja, ni estaba abierto de manera antinatural, ni tampoco las manos quedaron arriba de los hombros. Más casual no se consigue. De todos modos, marcó penal.
Entonces, se desató el tsunami. ¿Fue mano? Sí, claro… ¿Fue penal? Todo lo que se responda choca con una ambigüedad que contamina el fútbol porque no se habla de un hecho puntual, sino de una interpretación. Cobrarlo pudo ser acertado como configurar un error, dependiendo de quién lo juzgó. Es decir, la misma jugada que el árbitro Darío Herrera sancionó como penal en otro partido tal vez tiene una resolución diferente. Además, pareciera ser que el VAR actúa a veces, no siempre, pese a que se presentan jugadas comprendidas en ese menú de requisitos señalados antes.
Nos preguntamos: la patada criminal que Gastón Campi, defensor de San Lorenzo, le pegó al chico de Belgrano Facundo Lencioni, en el mismo partido ¿no era para VAR y determinar una expulsión? No tuvo ninguna intención de jugar la pelota, sino cortar el movimiento e interrumpir la jugada. Considerando que nadie alertó al juez sobre la gravedad de la infracción, evidentemente lo que Darío Herrera vio fue una falta menor y los muchachos del VAR justo se levantaron de la silla para ir al baño…
Callejón sin salida
Lo que le pasó a Belgrano no es nuevo, exclusivo ni será la última vez. Lo mismo pueden decir en Talleres y en Instituto: el VAR, al igual que el arbitraje mismo, es manejado flexibilizando algunos aspectos que generan confusión y se presta a manipulaciones. O a la sospecha de que ocurran. A falta de claridad, lo que esta herramienta no logra insuflarle al fútbol es depurar el concepto de la interpretación para evitar que cada fin de semana nos encontremos en un callejón sin salida.