El expresidente superó por cinco puntos la primera vuelta pero no alcanzó el 50%, mientras que el actual mandatario superó ampliamente lo que esperan los especialistas y alcanzó importantes réditos políticos.
Por Pablo Giuliano, corresponsal Télam.
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva se impuso este domingo en la primera vuelta en Brasil por cinco puntos porcentuales sobre el mandatario Jair Bolsonaro, pero no alcanzó el piso necesario para evitar el balotaje del 30 de octubre frente a un adversario que logró un mejor desempeño que el que le auguraban las encuestas y robusteció su posición en ámbitos legislativos y en algunas gobernaciones.
Con el 99,78 por ciento de los sufragios contados, Lula obtenía el 48,37 % y Bolsonaro el 43,25 por ciento, según datos del Tribunal Superior Electoral (TSE). El líder del PT dispone de cuatro semanas para hacer campaña en busca de los votos que le faltaron en esa primera vuelta, debido a que en la jornada del domingo quedó a 1,63 puntos porcentuales de los necesarios para alzarse con la presidencia en el primer turno.
El bolsonarismo sorprendió a los prestigiosos estudios demoscópicos de Datafolha e Ipec, que preveían una victoria de Lula por hasta 14 puntos de ventaja y quizás sin balotaje.
Esta nueva derecha renovada logró fortalecer la presencia de su fuerza política el Congreso, acceder a gobernaciones y disputar segundas vueltas para gobernador, a la vez que le dio a Bolsonaro una aparente chance de ser reelecto, cuando antes de las 17 de este domingo parecía un derrotado.
Lula volverá así a disputar un balotaje. Nunca había ganado en primera vuelta, ni en 2003 ni en 2006, cuando obtuvo su reelección, y en 1989 perdió en segunda vuelta ante Fernando Collor de Mello.
El único político brasileño que logró ganar la primera vuelta fue Fernando Henrique Cardoso, quien lo hizo en 1994 y 1998.
“Todas las elecciones a las que me he presentado han sido en segunda vuelta, todas ellas. La segunda vuelta es la oportunidad para madurar las propuestas y para conversar con la sociedad”, manifestó Lula desde su bunker en San Pablo ante sus seguidores, a los que les dijo “la lucha continúa hasta la victoria final”.
Desde que se inició la transmisión de datos en tiempo real, a las 17, tras el fin de la jornada electoral, que no tuvo episodios de violencia graves ni generalizados, en el bunker de Lula todo era “desorientación” porque los primeros cómputos le daban ventaja de hasta siete puntos a Bolsonaro, algo que se revirtió a medida que se incorporaban los votos al conteo oficial.
“La verdad que esperábamos el voto silencioso, el voto vergonzoso de los que no decían ni dirán que habían votado a Bolsonaro”, dijo a Télam un dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) que es uno de los principales asesores en leyes de Lula, en el Novotel Jaragua de San Pablo.
Por su parte, Bolsonaro señaló que la mayor parte de la población tuvo una “voluntad de cambio” y adelantó que para la segunda vuelta intentará dialogar con la población de más bajo recursos, que es la que más lo ha castigado en estos comicios a raíz del aumento del precio de los alimentos.
“Entiendo que hay una voluntad de cambio por parte de la población, pero hay ciertos cambios que pueden ser para peor”, dijo a periodistas en el Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial de Brasilia.
Bolsonaro logró una victoria en el estado de San Pablo, el más desarrollo y poblado del país, ya que su candidato y exministro de Infraestructura, Tarcisio de Freitas, venció al favorito Fernando Haddad, del PT, por 42 a 35%.
Otro ministro de Bolsonaro, el astronauta y exministro de Ciencia Marcos Pontes, quien ejecutó el mayor ajuste del área en su historia durante su gestión, fue elegido senador por San Pablo, derrotando al exgobernador Marcio França, del Partido Socialista Brasileño (PSB) de Geraldo Alckmin.
El poder en San Pablo, que el cuatro veces gobernador Alckmin le debía aportar a Lula al ir como su vice, se deshizo como el polvo este domingo en el estado más fuerte del país, sobre todo en el interior, donde las clases medias ratificaron el rechazo a las opciones progresistas, como a lo largo de la historia.
Haddad y Freitas dejaron afuera del balotaje a Rodrigo García, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que dejará de gobernar San Pablo por primera vez en 27 años.
“En este escenario, en caso de vencer las elecciones en la segunda vuelta, Lula deberá enfrentar una fuerte resistencia de la derecha en el Senado”, explicó el analista Oliver Stuenkel, de la Federación Getulio Vargas.
El libertario bolsonarista Romeu Zema, gobernador de Minas Gerais, del Partido Novo, fue reelecto con el 57 por ciento de los votos en el segundo distrito electoral del país contra Alexandre Kalil, intendente de Belo Horizonte y expresidente de Atlético Mineiro, del PSB, un gran aliado de Lula.
En la presidencial, Lula ganó en Minas Gerais, confirmando que allí está su salvación para evitar que en la segunda vuelta se revierta el resultado gracias a la máquina bolsonarista, que vio en las urnas electrónicas -que no denunció hasta el momento, como había amenazado- el fruto del arsenal de ayuda social y dinero repartido desde julio entre taxistas, camioneros y 21 millones de familias.
También venció en el nordeste, donde la votación fue como esperaba el dos veces presidente, que le respondió a la altura de su coalición política de centroizquierda.
Lula fracasó en buscar el voto útil con los principales artistas del país y figuras identificadas con el progresismo, ya que la senadora Simone Tebet, del Movimiento de la Democracia Brasileña del expresidente Michel Temer recibió 4,16 % contra 3,05 % del gran derrotado de la elección, Ciro Gomes, un desarrollista del Partido Democrático Brasileño.
Los votos de ambos serán el eje de la disputa de Lula y Bolsonaro. En 2018, Gomes viajó a París para evitar hacer campaña a favor de Haddad, del PT, mientras que se espera que Tebet esté más alineada a Lula, quien después de haber estado preso injustamente retornó como el gran contrincante de Bolsonaro, el gran faro de la derecha mundial.
Tebet afirmó que ya tomó una decisión con respecto al balotaje, pero aclaró que la dará a conocer “en el momento adecuado”, luego de debatirla con los partidos aliados del suyo.
Gomes, por su parte, se declaró “profundamente preocupado por el país” y pidió a la prensa “unas horas” para sentar posición ante la segunda vuelta.
Otra gran victoria del bolsonarismo fue la reelección en Río de Janeiro de Claudio Castro por 58% a 27% contra el progresista Marcelo Freixo, del PSB, confirmando una nueva generación de la derecha.
En el Senado, Bolsonaro logró que fuera elegido el vicepresidente Hamilton Mourao en Río Grande do Sul y sus exministras Teresa Cristina en Mato Grosso y Dammares Alves en Brasilia.
Alves fue ministra de la Mujer, famosa por ser una pastora evangélica que propuso brigadas para perseguir a las mujeres que abortan y a los médicos que realizan oficialmente abortos legales, previsto por la ley.
El Centrao resultó uno de los grandes vencedores, ya que el Partido Liberal, al que adhirió Bolsonaro en 2021, y el Partido Progresista, que domina el Congreso, del jefe de gabinete Ciro Nogueira, lograron conquistar el mayor bloque en la cámara baja.