Las fuertes lluvias generaron la rotura de una represa y el desborde de ríos y lagunas por las precipitaciones. La ola de frío que se avecina hace temer una tragedia aún mayor en el estado de Río Grande do Sul.
El Gobierno de Brasil decretó el estado de calamidad en 336 de los 496 municipios que conforman el estado de Río Grande do Sul, debido a las fuertes precipitaciones que han estado cayendo durante toda la semana pasada, alcanzando niveles que no se habían visto desde 1941. Entre ellos se destaca Porto Alegre, capital estatal, donde el nivel del agua ha superado este fin de semana los cinco metros.
De acuerdo con Defensa Civil del estado sureño, al menos 83 personas han muerto como consecuencia del temporal, hay más de 100 heridas y otras 105 desaparecidas, mientras la Fuerza Aérea Brasileña ha desplegado este domingo drones de reconocimiento para ayudar a localizar e identificar a más víctimas.
En total, se han visto afectados más de 844.000 brasileros, de los cuales 134.300 han perdido sus hogares.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha prometido que la burocracia no será obstáculo en las labores de recuperación del estado y que se pondrá a disposición de la región todos los recursos necesarios: “Le debemos mucho a Río Grande del Sur y al pueblo gaucho”.
Lula visitó este fin de semana la región encabezando una comitiva formada por varios ministros de su Gobierno y los presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, y de la Cámara de Diputados, Artur Lira, quienes han adelantado que esta semana el Congreso votará “medidas extraordinarias” de auxilio financiero.
“Estamos en guerra, sé que ese es el sentimiento del presidente Lula, no habrá limitaciones, ni restricciones legales. Es necesario deshacerse de la burocracia, las trabas y las limitaciones para que nada falte en la reconstrucción de Río Grande del Sur”, dijo Pacheco.
“Es un escenario de guerra y necesitará medidas de posguerra”, añadió el gobernador estatal, Eduardo Leite.
El número de muertos podría aumentar de forma considerable, dada la cifra de desaparecidos, que ha crecido considerablemente frente a las 70 del día anterior, según la autoridad estatal de defensa civil. También indicó que se está investigando si otras cuatro muertes están relacionadas con las tormentas.
Las inundaciones provocadas han afectado a más de dos tercios de los casi 500 pueblos y ciudades del estado, fronterizo con Uruguay y Argentina, dejando a más de cien mil personas desplazadas.
Las inundaciones destruyeron carreteras y puentes en varias zonas. Las lluvias también provocaron corrimientos de tierras y el derrumbamiento parcial de una presa en una pequeña central hidroeléctrica.
Más de 400.000 personas estaban sin electricidad el domingo por la noche, mientras que casi un tercio de la población del estado carecía de agua potable, según las autoridades.
En Porto Alegre, la capital del estado, el lago Guaiba se desbordó, alcanzando el nivel de agua más alto registrado, según el servicio geológico nacional. El aeropuerto internacional ha suspendido todos sus vuelos desde el viernes.
En la ciudad de Canoas, cerca de Porto Alegre, Julio Manichesque, de 76 años, fue rescatado por voluntarios tras permanecer desde el viernes en el tejado de la casa donde vive desde hace 52 años. “Nunca había visto tanta agua”, afirmó.
Muchos voluntarios también han arriesgado su propia seguridad durante las labores de rescate, utilizando pequeñas embarcaciones, motos acuáticas y kayaks.
Fabiano Saldanha, de 30 años, dijo que él y tres amigos rescataron a unas 50 personas con motos acuáticas desde el viernes en islas que forman parte de Porto Alegre. “Lo único que oímos cuando entramos en una calle es ‘ayuda’, ‘ayuda’”, señaló.
Durante su discurso semanal en la Plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano, el Papa Francisco dijo el domingo que está orando por la gente del estado. “Que el Señor reciba a los muertos, consuele a sus familias y a todos aquellos que tuvieron que abandonar sus hogares”, afirmó.