El triunfo 1-0 contra Gimnasia en La Plata lo impulsó para compartir el primer lugar con Vélez, a una fecha del final. Tiene la desventaja de la diferencia de gol, pero intentará hacer valer su buen momento para confirmar que está listo para el objetivo mayor.
“Cumple sus sueños quien resiste”, dice una canción (“Se vos”) escrita por Ricardo Iorio que parece inspirada en lo que sienten los hinchas de Talleres. Hoy, números arriba de la mesa, lo que hace 10 fechas parecía la marcha inexorable de Vélez hacia el título se desdibujó como consecuencia de sus resultados en las últimas semanas. Entonces, el campeonato viene mejorando la oferta de oportunidades, esperando que un equipo se ponga los pantalones largos para reclamar lo que Vélez no logró asegurar.
El triunfo 1-0 de Talleres contra Gimnasia se produjo en ese escenario. Calificó de necesario e imprescindible y confirmó el latido creciente que la racha albiazul le dio a la definición por méritos propios, cuando comprendió que debía dejar de mirar como si fuera espectador para sentirse protagonista absoluto. En eso está ahora.
Los tres puntos ganados en La Plata llegaron para estirar la racha a cinco victorias consecutivas de la “T” y subrayar que, en el tramo final de la temporada, sus atributos se hacen valer. Lo aritmético dejó al descubierto que mientras la curva de rendimiento de los cordobeses es óptima, la del equipo velezano ya no lo es: aunque juega muy bien, hace 11 partidos que no gana dos seguidos… Por eso, Talleres fue capaz de descontarle una cantidad impresionante de puntos (9 en 15) y dejó fuera de competencia a otros que levantaban la mano como aspirantes y no estuvieron a la altura porque, así como Huracán fue desinflándose y perdió terreno, lo propio le pasó a Racing. Incluso a River, que despertó tarde.
Atacar en defensa propia
Contra Gimnasia,Talleres demoró 45 minutos en ser Talleres. Sufrió, se dejó arrastrar, estuvo incómodo y hasta sometido a una lógica que lo distanció de sus virtudes: durante la primera etapa se jugó como quiso el Lobo. Y más allá de que el cero mutuo fue justo, quedó muy en evidencia que, para ganar, la “T” debía encontrar otra manera de interpretar las necesidades del partido.
Aislado Botta y demasiado horizontal en la mitad de la cancha, no corrió riesgos defensivos, pero se resignó al esfuerzo reactivo: cuando comprendió que la solución no radicaba en la producción de sudor sino en la elaboración de ideas, algunas cosas empezaron a cambiar. Dos factores alteraron el producto: Blas Riveros abrió la cancha como no pudo, no supo o no quiso Alejandro Martínez; el “Chino” Esquivel tomó la posta de Botta, se involucró más en el juego y se animó a mover la pelota en triangulaciones rápidas que generaron grietas, sobre todo desde a derecha y hacia el centro. A partir de ellos, los espacios se diseñaron de otra manera y Benavídez fue Benavídez, Navarro fue Navarro y Portilla pudo mirar hacia adelante, donde antes no pudo encontrar a ninguno de los Galarza ni rescatar de las marcas a Tarragona. Barticciotto tocó dos pelotas: una fue adentro, entrando como un tren.
Con el ataque en defensa propia, Talleres hizo lo que tenía que hacer. El gol fue una ostentación de sus fortalezas: concentración, solidaridad, precisión y lucidez, testimoniadas en la conexión Benavídez – Girotti – Navarro – Riveros – Barti.
Su capital
No es cierto que la ausencia en el podio de Boca y River convierta al torneo en mediocre, como se afirma en BA. La realidad es que llegaron algunos de los equipos que mejor juegan: Vélez tiene una idea que respeta siempre, con prolijidad y paciencia, con muchos jugadores jóvenes; Talleres sabe que la felicidad está en el otro arco, como lo asumen Huracán, Racing, Godoy Cruz, defensa y Justicia, Unión, Rosario Central y algunos más. Solo que mientras los otros perseguidores se quedaron viendo vidrieras, la “T” ganó los últimos partidos yendo al frente, como tanto le gusta, y capitalizó que Vélez “perdió aceite”.
No sabemos si le alcanzará, pero sí que su capital futbolístico lo sostiene: un muy buen arquero (Guido); dos laterales (Benavídez y Navarro / Riveros) que entienden a la perfección el efecto espejo de defender y atacar; un líder desde la imaginación ofensiva (Botta); jugadores en buen nivel o levantando (Galarza Fonda y Portilla); tipos guerreros que traccionan las reacciones (JC Portillo + Juan Rodríguez); un buen banco de suplentes (Esquivel, Girotti, Barticciotto…).
Hay un perfil muy claro, que revela que el ADN histórico es respetar la pelota, hacerse fuerte en el manejo del juego y considerar el ataque como esencial. A veces más directo y en otras ocasiones, por caminos alternativos. En todos los casos, subrayando que Talleres ganó el derecho de llegar a la última fecha así, para quedar a un paso de darle a su gente una alegría histórica. Jugando al fútbol, creyendo en el pase, en el juego hacia adelante. Asumiendo riesgos y apostando fuerte para ganar porque “Muy duro es aguantar /
Mas quien aguanta es el que existe” (Iorio, de puño y letra).