Hacer cumplir las normas de tránsito es quizá la estrategia más costo-efectiva para lograr comportamientos seguros en los usuarios de calles y rutas.
Por Omar González (*).
El eje central del Sistema Seguro es la poca tolerancia que tienen nuestros cuerpos a las altas transferencias de energía derivadas de un choque y establece cuatro ejes fundamentales para abordar de forma integral la seguridad vial: vehículos más seguros, vías más seguras, velocidades más seguras y usuarios de las vías más seguros.
En el Sistema Seguro, se reconoce que el error humano es inevitable, lo que lleva a plantear la importancia de mitigar, disminuir o trasladar el riesgo de forma adecuada. En lo que tiene que ver con el comportamiento, la evidencia disponible nos permite inferir que las decisiones que toma un conductor para asumir un comportamiento inseguro no están relacionadas con el conocimiento o las destrezas, sino con los marcos legales aplicables y la certeza percibida que las normas de tránsito efectivamente se hacen cumplir.
Hacer cumplir las normas de tránsito es quizá la estrategia más costo-efectiva para lograr comportamientos seguros en los usuarios de las vías. Aunque es un reto frente a eventuales vacíos legales, normativos o de procedimiento, sumados a la tradicional falta de recursos humanos o logísticos que puede enfrentar un cuerpo de control, cuando se logra la integración de todas las piezas del Sistema de Fiscalización, los esfuerzos de control se pueden enfocar en el cuadrante de lo urgente e importante: identificar puntos negros de morbimortalidad, comportamientos de riesgo que más aportan a la siniestralidad vial, rangos horarios, y otros datos que permitirán trabajar un plan estratégico de control, que incluya metas e indicadores de gestión y de resultado. Esto, acompañado de una adecuada planificación y ejecución de los controles, permitirá que los esfuerzos de fiscalización se hagan en los sitios y en las horas más indicadas para obtener los resultados que se buscan.
De otro lado, siempre será necesario conocer el nivel de aceptación que tiene el cuerpo de control encargado de hacer cumplir las normas de tránsito, con el fin de identificar oportunidades de mejora que permitan fomentar y aumentar la legitimidad del control de la norma. Esto se logra mediante entrenamientos o capacitaciones que le entreguen al agente estrategias para realizar el procedimiento de forma justa e imparcial, con apego a la norma, pero con capacidad para actuar con empatía, y con una actitud de escucha activa hacia el contraventor, de forma tal que el mismo perciba que está siendo escuchado y orientado en relación con la falta detectada por el Agente. Esto se puede traducir en una mayor disposición para aceptar el procedimiento y colaborar con las autoridades, aumentando la legitimidad y aceptación del cuerpo de control.
Entonces sabemos que, la calle y el vehículo son factores técnicos, pero que, incluso circulando por una ruta moderna, en un vehículo dotado de toda la seguridad posible, podemos ser víctimas de un siniestro vial si el conductor no adapta su comportamiento a las normas y condiciones actuales de la vía. Por lo tanto, el impacto del comportamiento humano es fundamental para mejorar la seguridad, y la supervisión contribuye al cambio de comportamiento.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “los cambios más positivos en el comportamiento de los usuarios se producen cuando la legislación sobre seguridad vial está respaldada por un fuerte control y fiscalización, sostenido en el tiempo, junto con la conciencia pública”.
Las acciones de control y fiscalización dirigidas a los factores de riesgo traen reducciones en el número de siniestros de tránsito y sus víctimas. Al respecto, la Unión Europea recomienda a sus Estadios miembros: “la vigilancia es una forma importante y eficaz de prevenir y reducir accidentes, muertes y lesiones”.
Como demuestran los años de experiencia, el control y la fiscalización es más efectiva cuando es impredecible, inevitable y omnipresente. Las operaciones deben llevarse a cabo de manera intensiva y sostenible (para aumentar el riesgo de flagrante percibido por el público); aleatoriamente; y dirigidas y apoyadas por campañas educativas (en cualquier lugar, en cualquier momento).
Esta última semana de julio, la ciudad de Córdoba recibió la visita de miembros de la International Association of Chiefs of Police (IACP) y de la Iniciativa Bloomberg para la Seguridad Vial Mundial (BIGRS). El objetivo fue comprender de manera más acabada la realidad de la ciudad, sus procedimientos, e intercambiar experiencias en supervisión efectiva enfocada en los cuatro principales factores de riesgo: la alta velocidad (el que más siniestros provoca a nivel mundial y más impacto tiene en lesiones y muertes), el no uso cinturón de seguridad, el no uso de casco en motos, además de factor el beber alcohol y conducir.
Recordemos que la Municipalidad de Córdoba firmó el pasado mayo un acuerdo que deja a Córdoba, junto con Buenos Aires, como las dos ciudades de Argentina que representan al país dentro de la Iniciativa en Latinoamérica.
BIGRS busca también eficientizar la gestión de datos, la infraestructura segura, vigilancia y comunicación a los fines de promover las mejores prácticas internacionales en el área y formular e implementar estrategias efectivas para la generación de acciones y políticas en materia de seguridad vial. A pesar del largo camino que queda por recorrer, Córdoba avanza en el sentido del éxito.
(*) Coordinador de Fiscalización y Control en Colombia de la Iniciativa Bloomberg para la Seguridad Vial Global (BIGRS), y Asesor de Operaciones de Control y Fiscalización de la Asociación Internacional de Jefes de Policía (IACP).