Un estudio de Colsecor revela que se perciben más cansados, con mucha incertidumbre pero con ganas de ayudar a los demás.
Por Cristina Aizpeolea (Especial – Redacción Mayo – Colsecor).
Es muy temprano aún para saber qué huellas emocionales dejó la pandemia de Covid-19. Pero si en medio de la cuarentena nos preguntábamos si saldríamos mejores o peores que antes, hoy lo único cierto parece ser la incertidumbre (perdón por el juego de palabras) y una creciente sensación de cansancio e insatisfacción, que atraviesa especialmente a los jóvenes.
En la última Medición de Calidad de Vida en Ciudades y Pueblos de Argentina, la franja de 15 a 24 años fue la que acusó más registro de tristeza, soledad, estrés y depresión. Es, también, la que manifiesta más deseos de irse del país porque donde vive encuentra poca o nula inspiración para los planes que se propone. En caso de tener posibilidades, se lo planteó como algo probable el 78% de los jóvenes encuestados. El año pasado, analizaba ese horizonte de desarraigo el 60%.
Por tercer año consecutivo, Fundación COLSECOR desplegó a lo largo y ancho del país la investigación social que indaga en la percepción que tiene la gente sobre sus niveles de felicidad, optimismo, tranquilidad, vitalidad (y sus opuestos) y sobre los servicios públicos, la salud, la educación, la oferta de trabajo, de crédito o de perspectivas de progreso que encuentra en su lugar de residencia. Los datos se desagregan por edad, género y nivel de educación, y según el tamaño de la localidad de origen de los encuestados, lo que permite conocer y visibilizar las distintas dimensiones socioeconómicas que coexisten en Argentina.
El estudio abarca cuatro ejes temáticos: Bienestar personal, Satisfacción con la vida en la localidad; asuntos colectivos como migración, confianza social, futuro, Estado y mercado; y un cuarto eje sobre Participación comunitaria. Todos los años incorpora un tema de alta preocupación que, en este 2022, giró en torno a las estrategias frente a la inflación. El 62% de los consultados dijo que trata de neutralizarla buscando ofertas en supermercados y negocios, o bien reduciendo directamente las compras y las salidas (52%).
Nuevamente en esta oportunidad, la encuesta halló mejores índices de satisfacción y de felicidad entre quienes viven en pueblos de menos de 10 mil habitantes o en ciudades chicas de hasta 35 mil pobladores. En 2020, ante la pregunta “¿con qué frecuencia diría que disfruta de la vida?”, el 67% manifestó hacerlo todo el tiempo o la mayor parte del tiempo. En este 2022, el índice baja al 64%. Nada mal después de todo. Y si se analiza la respuesta según el lugar de origen de los encuestados aparece un dato clave: en las ciudades de más de 100 mil habitantes la respuesta positiva abarca al 57%. En los pueblos de menos de 10 mil habitantes, crece al 70%; es decir, más que el argentino promedio de hace dos años.
La encuesta, de más de 70 preguntas, se realizó entre el 13 y el 29 de julio último con tecnología CAW (Computer Asisted Web interview), y fue respondida de manera efectiva por 1.400 personas, con un margen de error estimado del +/- 2,6%. El equipo de investigación fue coordinado por el politólogo Mario Riorda, con aportes profesionales de Natalia Calcagno, Alberto Calvo e Hilario Moreno.
Más cerca, más propio
Entre otros hallazgos, el estudio detectó una caída notable (casi a la mitad) en los niveles de participación ciudadana en organizaciones políticas, gremiales y sociales, y un brusco descenso de la confianza institucional, pero encontró un mayor compromiso vecinal y comunitario: el 64% de los encuestados manifestó haber colaborado durante el último año en la resolución de un problema de la comunidad. Esto es un 12% más que en 2021. Daría la impresión que, tras la crisis sanitaria, el aporte personal con aquello más próximo se impuso por sobre las grandes causas.
Pasada la pandemia, aparece también un cambio de prioridades en materia de valores: por primera vez en tres años, el mercado fue mejor conceptuado que el Estado, y la valoración de la libertad superó a la solidaridad. ¿Será que el Covid nos inoculó cierto individualismo? ¿Será que el Estado no respondió a las expectativas?
En el regreso a la presencialidad, la gente se encontró con una merma en la calidad de casi todos los servicios. Según la experiencia de los usuarios, la atención en salud bajó del 60% al 47% y la educación cayó del 76% al 65%. La excepción a la regla es el acceso a internet, que se mantuvo en los buenos niveles de siempre.
El transporte y la fluidez del tránsito son complicados especialmente en las ciudades grandes, donde las manifestaciones y las protestas se describen como algo que preocupa mucho o bastante al 42% de sus habitantes. El lado bueno de las urbes aparece en la mayor diversidad cultural y recreativa, de carreras y de especialidades médicas que ofrecen.
La cuestión ambiental es un asunto pendiente, aunque no tanto como el narcotráfico. Pueblos y ciudades chicas, medianas y grandes comparten el mismo nivel de preocupación por la presencia de la droga en el territorio. Es un tema transversal que preocupa, y mucho, desde hace tres años tanto a varones como mujeres.
Vitalidad, divino tesoro
“¿Con qué frecuencia diría que se siente feliz?”, es la pregunta que abre la encuesta. Cada quien sabrá qué incluir en ese concepto pero, disquisiciones al margen, en 2020, un 24% había respondido “todo el tiempo”. Ese índice bajó al 10% en 2021 y continuó su caída en este 2022, en torno al 9%. Sumado a quienes contestaron “la mayor parte del tiempo”, los felices de 2020 eran el 65%, varios más que los que componen el 59% del presente 2022.
En cuanto a “disfrutar de la vida” los que contestaron “todo el tiempo” pasaron del 31% al 20% en dos años, y del 67% al 62% si se suman en la ecuación a quienes respondieron “la mayor parte del tiempo”. Un dato para destacar: la sensación de plenitud va decreciendo con la edad. En los mayores de 60 años, el 69% se anota entre los que disfrutan mucho la vida. Entre los jóvenes de 15-24, son el 56%.
De acuerdo al estudio, existe una sensación general de cansancio y de falta de energía y vitalidad, “un fenómeno mundial”, según analiza la psiquiatra Silvia Bentolilla, que en este estudio parece afectar más a los jóvenes que a los adultos. Los mayores de 60 declararon levantarse todos los días más descansados que el resto.
Ante la consulta puntual sobre la sensación de depresión, el dato positivo es que hay mejores indicadores generales. Los que contestaron “todo el tiempo” o “la mayor parte del tiempo” eran el 26% en 2020, y bajaron al 16% en 2022. Sin embargo, en la franja de 15 a 24 trepa a un preocupante 28%. Los jóvenes son también quienes se confiesan más estresados (70%) y más intranquilos, más tristes y con menos energía y vitalidad que los mayores de 60. Es hora de pensar en ellos.
Para ver todos los datos de la Medición de Calidad de Vida en Ciudades y Pueblos de Argentina, descargá el estudio haciendo clic aquí. Difundilo y compartilo citando esta fuente.