Alejandro Mirochnik, sobreviviente del terrible episodio, habló con Lalo Freyre en la Súper Mañana de la Suquía.
Pasaron 28 años de aquella mañana del 18 de julio de 1994, en la que se produjo el mayor atentado terrorista en Argentina: el perpetrado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). La explosión de una bomba en el edificio histórico de la mutual judía dejó 85 muertos, más de 300 heridos, negocios y viviendas aledañas reducidos a escombros y una herida que sigue abierta y duele hasta nuestros días.
“Yo estaba en el ascensor de la parte central del edificio. Subía por el tercer o cuarto piso cuando pasó lo que pasó y quedé entre los escombros hasta las 19 horas. En un primer momento no sentí ningún ruido, sólo que se habían cortado los cables del ascensor. Volé, caí, me agazapé, me preparé y me quedé ahí. Dejé que pase el tiempo. Sentía que tenía la pierna muy lastimada“, indicó Alejandro Mirochnik, sobreviviente del terrible episodio.
Luego, contó: “Después de que pasó mucho tiempo, a eso de las 15 horas, me encuentran los bomberos por un agujero que se hizo, donde un perro policía detectó que había vida. Siguieron escarbando y a las 19 horas pudieron sacarme“.
“Me contaban que era un atentado y yo no podía creer. Hasta que me sacaron y fue conmoción total. Yo estaba solo y siempre estuve consciente“, asegura Mirochnik, quien era profesor de educación física y dice haber estado en buen estado físico.
“Lo que siento hoy es angustia porque no hay Justicia. Por lo demás, tengo una vida sana, aunque tengo una pierna quebrada y quedé rengo. Eso me permite recordar a la Amia con cada paso que doy“, indicó.
Consultado sobre la causa hoy: “No cambió nada, seguimos pidiendo Justicia. No tengo contacto con otros sobrevivientes, pero si tengo contacto espiritual con mi tío, que quedó entre los escombros y hoy está en las fotos de las 85 víctimas“.