Cristian Abel Amato lo dio todo y más en el primero de los tres shows en el escenario que lleva su nombre.
Los adjetivos quedan cortos para describir el clima de emoción, expectativa, alegría y nervios que se vivieron este viernes en el Depor. Desde las 21:30 empezaron a ingresar los primeros bailarines, acaso los más ansiosos por presenciar el regreso de su ídolo.
El Loco, ese que marcó la vida de varias generaciones de bailarines desde sus comienzos en Trulalá y más tarde, en La Fiesta, regresa a los escenarios tras 1 año y 8 meses lejos de su público.
Son las 23:30, todavía ingresan los últimos bailarines, quizás aquellos que se vinieron a las apuradas desde el Kempes. La adrenalina del público y el staff casi se puede palpar en el aire. El Depor está expectante. Late. Vibra. Suben los músicos y se ubican en sus lugares ante el grito ensordecedor de la gente que se anticipa a lo que va a llegar minutos después. Algunos técnicos corren, todo tiene que estar perfecto.
Se alza un solo grito “Ole, ole, ole, ole…..Locoooo…. Locooooo”. Las luces se apagan. Cientos de celulares se encienden y crean el efecto de un mar de estrellas. El tiempo corre en cámara lenta, las lágrimas de emoción se agolpan tras los ojos sin animarse a salir. Todos, público y músicos y prensa saborean ese instante en el que se anticipa la llegada de un momento mágico.
Tras un telón, un Cristian nervioso como la primera vez, observa entre la maravilla y el estupor. El Locutor lo anuncia, la gente explota en gritos y vítores, llega la señal de que es “el momento” y Cristian se transforma en el Loco para salir a escena. Llega el éxtasis. El reencuentro más esperado. Las lagrimas de alegría de los fans se liberan mientras Amato recorre el escenario y se arrodilla de humildad ante tanto amor y devoción. Se levanta, toma el micrófono, ese que necesitaba más que cualquier cosa y comienza el show.
“Toda la vida” la canción que da nombre al Tour es la elegida para el puntapié inicial, representa todo lo que ha entregado El Loco en sus 24 años de carrera musical.
A partir de los primeros acordes, la locura se desata. Sin pausas y hasta con prisas, Cristian deshoja una margarita de éxitos inoxidables. Las gargantas se inflaman coreando todas y cada una de las canciones elegidas en dos selecciones que parecen no tener fin. El tiempo sigue corriendo lentamente. La entrega del artista, su alegría inconmensurable se transmiten en cada nota que emite su garganta.
Volvió El Loco, se lo ve más joven, tonificado y elegante. Parece tener 30 años en lugar de las 49 primaveras que indica su documento. Mientras, la banda lo acompaña con la precisión de un reloj suizo.
Imposible enumerar los hits. Las veces que dijimos “que temazo”, los aplausos y los tragos que acompañaron la celebración.
Momentos emotivos: Todos. Las expectativas: superadas mil veces.
Volvió El Loco y la felicidad es infinita.