Claudio Mena habló en exclusiva con Lalo Freyre en la Super Mañana de Suquía.
Cada 2 de abril, se conmemora en la Argentina el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, en honor a los 649 soldados argentinos caídos en las islas. Claudio Mena es uno de los veterano del enfrentamiento y habló en exclusiva con Lalo Freyre en la Super Mañana de Suquía.
“Yo soy nacido en un pueblito chico y no había tanta información como en las ciudades. Estaba cumpliendo con el servicio militar obligatorio, porque había cumplido mis 18 años. El 1 de abril viajábamos a Comodoro Rivadavia, sin saber que el 2 nos subirían a un avión rumbo a Malvinas“, comenzó.
Luego, agregó: “Nos prepararon, nos dieron armamento y nos cargaron en el Hércules. Nosotros pensábamos que íbamos a desfilar a algún lado. Minutos antes de aterrizar, el sargento Flores se para, nos pide que preparemos el fusil, le pongamos el cargador y le saquemos el seguro. Luego, nos dijo que íbamos a aterrizar en el aeropuerto de Puerto Argentino para recuperar las Islas Malvinas y que estuviéramos preparados porque podía haber resistencia de las fuerzas inglesas“.
Consultado sobre su experiencia militar, Mena dijo: “Nunca había disparado con ese fusil. Era un chico de pueblo, más bien tímido, que le gustaba mucho el deporte. En mi casa nunca hubo armas. Nunca había tenido una en mis manos“.
El veterano contó que el combate real comenzó el 1 de mayo, cuando los ingleses comenzaron a bombardear la zona del aeropuerto para destruir la pista, y terminó el 14 de junio, con la rendición del gobernador de las Islas, Menéndez.
“Luego de 7 días como prisioneros, el 21 de junio un buque inglés nos entregó a nuestra propia fuerza en Puerto Madryn. Yo no estuve en el combate cuerpo a cuerpo. Estábamos designados en el Cerro Monte Williams, que era un sector estratégico, porque estaba la defensa antiaérea, naval y terrestre. También era zona de abastecimiento a la primera línea, por lo que era el objetivo principal de los ingleses durante toda la guerra“, contó.
“Yo primero estuve cinco días prisionero en un galpón de la isla, hasta que una noche nos embarcaron en el sótano de un buque. No tengo nada que decir del trato durante esos días. Ellos simplemente nos pidieron que respetáramos sus órdenes, nos daban de comer y chocolate caliente. Se sentaban en ronda a hablar con nosotros y atendían a los que tenían algún dolor o enfermedad“, contó.
“Me queda el orgullo de ser uno de los que tuvo que defender a la Patria y cumplir con el juramento que le hicimos a la bandera en las islas. Soy agradecido de ser de los que pudieron volver, pero nunca entendí porqué a nuestro regreso nos escondieron. No nos ayudaron ni nos dieron el apoyo necesario, nos prohibieron hablar”, cerró.