En forma paralela al descontento con las autoridades partidarias, crece entre muchos intendentes la idea de armar una lista pura fuera de la alianza de Juntos por el Cambio.
Entre todas las movidas políticas que se vienen gestando en la provincia con miras al próximo año electoral, hay una que viene creciendo con fuerza y que inquieta a los viejos caudillos: la del radicalismo del interior.
En lo que aparece como una actitud desafiante pero que hace justicia con sus trayectorias, intendentes con muchas gestión, con demostrada capacidad polìtica, con tropa y territorio, la mayoría de ellos con la chapa que implica haber sido reelectos, cansados de pedir el lugar que les pertenece sin obtener respuestas, conforman ahora un grupo que crece en autonomía y cobra peso para encaminarse a la posibilidad de separarse de Juntos por el Cambio.
Son como esos jugadores que dejaron el alma para ganar en la cancha pero después les robaron el partido en un escritorio y, por eso, heridos en sentimiento pero fuertes y firmes en convicción, se lanzan decididos a impulsar juntos una opción de radicalismo lo más puro y auténtico posible, que podría llegar a 2023 con una propuesta electoral con candidatos que merezcan, todos y cada uno, sus lugares en la lista.
Cuando les advierten que con actitudes así su partido puede perder otra vez la provincia, contestan que están dispuestos a correr ese riesgo porque lo ven como una depuración necesaria.
Muchos ya no lo ocultan. La movida, que comenzó con mensajitos en los grupos de Whatsapp, siguió en encuentros abiertos y tuvo por estos días una manifestación concreta en el sudeste provincial.
En un encuentro en Guatimozín (foto), intendentes y referentes radicales liderados por el jefe comunal de Arias, Matías Gvozdenovich, hicieron bastante ruido al plantarse a las autoridades del partido y mandarles un comunicado en el que expresan su hartazgo.
“Córdoba necesita una alternativa superadora y moderna, que represente a todos los sectores de su interior productivo, con la inmensa riqueza y potencialidad de su gente y en especial el departamento Marcos Juárez, ya que hace más de 30 años que no cuenta con dirigentes o funcionarios ocupando cargos de relevancia en la órbita provincial”, expresaron en un comunicado.
Aunque difícil de escribir, el nombre de Gvozdenovich es todo un sello en esa región y su liderazgo fue avalado en las urnas con una diferencia inédita de casi 60 puntos, pese a lo cual no lo tuvieron en cuenta a la hora de armar las listas.
Por su parte, la intendenta de Estación Juárez Celman, Myrian Prunotto, aseguró esta semana que no se irá nunca del radicalismo, pero que muchos referentes de Juntos para el Cambio ya no la representan.
No es para menos, pese a encabezar las encuestas, la dejaron fuera de las listas de 2021 para poner en su lugar a gente sin gestión ni territorio, entre ellas a una persona que ha deshonrado el mandato para irse de vacaciones a Disneylandia a pocos días de asumir, en pleno período de sesiones y cuando se votaba una ley clave.
Prunotto se bancó esa marginación, trabajó activamente para su partido en las elecciones y siguió creciendo en su gestión, al punto de ser hoy la mujer de la política cordobesa más solicitada por propios y ajenos, con una cercanía al gobernador Schiaretti y al intendente Llaryora que ha despertado todo tipo de especulaciones.
Otro que ya demostró que no tiene miedo a ir por caminos separados, y que encima resultó vencedor por esa vía alternativa, es el intendente de Arroyito, Gustavo Benedetti, quien se afianza como líder del radicalismo en el este provincial y ya se muestra a favor de encabezar un movimiento por fuera de la alianza opositora.
Hablamos de uno de los hombres históricamente más fuertes del radicalismo del este cordobés y que conduce los destinos de una de las 20 ciudades más importantes de la provincia.
En esos mensajitos que se mandan por grupos, se pueden contar más de 40 intendentes de boina blanca que han sido sistemáticamente ninguneados o que no han visto en la conducción del radicalismo ni en la alianza que hoy integra ese partido en la provincia un reflejo del trabajo y los valores que ellos sostienen a diario en sus gestiones.
Son muchos los jefes comunales radicales exitosos que tienen gran peso y enorme aceptación en sus comunidades. Por sólo citar algunos ejemplos, podrían sumarse a esa alternativa nombres como los de Ricardo Manera, de Villa del Rosario; Fernando Gramaglia, de Alcira Gigena; Daniel Garnero, de Sacanta; Fernando Luna, de Villa de Soto; Vìctor Molina, de Cañada de Luque… Y siguen las firmas, porque hay otros líderes y referentes de ciudades y localidades donde no gobierna actualmente el radicalismo que también han expresado su adhesión al efervescente movimiento que agita la posibilidad de armar una lista pura.
Los que al llegar a esta altura aún estén restando el peso que puede tener esta opción, se olvidan de sumar las sólidas estructuras del partido en el interior, el fuerte armado electoral con el que ya cuentan, la fidelidad de una juventud radical que los acompañará seguro porque también ha sido sistemáticamente postergada y silenciada por la conducción actual y, lo principal, el valor épico de lo que sería una suerte de refundación de un partido que pide a gritos recuperar sus valores para sacarse el lastre de apellidos y caudillos que eligen a dedo sin consultar a las bases ni respetar trayectorias y trabajo.