Te contamos cómo lograr que tus espacios verdes y macetas vuelvan a verse increíbles en la nueva estación, pero sin derrochar un recurso escaso y de los más importantes para la vida de todo el ecosistema.
Estamos nuevamente en 21 de septiembre y en todo el hemisferio sur del planeta comienza hoy una de las estaciones más amada por los seres humanos: la primavera. Las bajas temperaturas van quedando atrás, la naturaleza comienza a recuperar su tan añorado verde y nosotros empezamos a pasar más tiempo en nuestros parques y jardines.
Por lo tanto, es momento de prestarle atención a las plantas y el césped. ¡Pero cuidado! Muchos creen que la tarea consiste en regarlos a más no poder y lo cierto es que, además de no ser demasiado beneficiosa para las especies, esta acción implica un derroche innecesario de un recurso que es escaso y vital para la vida de todo el ecosistema: el agua. ¡Veamos entonces cómo debemos hacerlo!
¿Cómo preparar el terreno?
El viverista José Videla nos cuenta: “Aunque hemos tenido un invierno cálido y sin demasiadas heladas, igualmente las plantas han cumplido con sus procesos de hibernación, por lo que es necesario devolver al terreno los nutrientes que ha perdido”.
“Durante meses, las especies no han tenido trabajo interno o circulación de los líquidos que las mantienen vivas, por lo que es necesario comenzar con el movimiento del suelo, el agregado de sustrato o compost (que se puede conseguir en cualquier vivero) y el riego mesurado para no lavar los nutrientes de la tierra”, explica el especialista.
¡Hagamos revivir el césped!
El pasto lleva un tratamiento diferente al de las otras especies. Para que crezca sano, fuerte y sin hongos o malezas, hay que cumplir con ciertas tareas. Es fundamental que adoptemos la conducta de cortarlo regularmente, preferentemente una vez a la semana y dejando algunos centímetros de hoja para que pueda realizar la fotosíntesis y conservar la humedad del suelo.
Si no recibió mantenimiento durante el invierno, se le puede agregar fertilizante urea después de cortarlo y antes del riego.
Finalmente, hay que hidratarlo. Lo ideal es hacerlo por la mañana, antes de que salga el sol, o por la noche. En cualquier caso, hay que hacerlo de forma racional y con manguera, ya que los sistemas automáticos o los “sapitos” pueden generar derroches innecesarios.
¡Verde que te quiero verde!
El proceso de cuidado para que cada especie del jardín vuelva a florecer dependerá de las características de cada una de ellas. Si aún no lo sabés, consultá a un viverista o en publicaciones especializadas.
Si estás por armar una nueva maceta, el especialista recomienda hacerle una base de cinco centímetros de piedras, pedacitos de ladrillos o chip. Estos elementos servirán para absorber el agua sobrante, creando un entorno húmedo para mantener hidratada a la planta desde la raíz.
¿Cuánta agua necesitan las plantas?
Antes de entrar en las pautas de riego, es importante recordar que es mejor elegir especies autóctonas porque, al estar habituadas a nuestro clima, no requieren tanto riego.
En cuanto a la hidratación, Videla asegura: “El calor primaveral normalmente no es excesivo, por lo que las plantas no necesitan de riego diario”. Tampoco recomienda hacerlo semanalmente. Cada dos o tres días es una buena opción.
“Para saber si una planta necesita agua, hay que ponerse en contacto con su tierra: si está demasiado seca es porque requiere hidratación”, explica.
Hay cinco cuestiones que influyen directamente al momento de regar y que debemos tener en cuenta:
- Pronóstico: hay que chequearlo para evitar el riego durante los días que están previstas precipitaciones y así garantizar que todas las plantas reciban la hidratación necesaria sin ahogarlas.
- Raíces: hay que revisar el tamaño y la cantidad. Si son muchas, no necesitan demasiada agua porque pueden acumular mejor los nutrientes. Si son chicas o pocas, mejor regarlas más seguido.
- Terreno: si tiene mucho drenaje o desniveles, mejor aumentar la frecuencia del riego, porque el agua se filtrará más fácilmente.
- Profundidad: hay que procurar que el agua llegue bien abajo, para que no se evapore antes de llegar a las raíces.
- Horario: el mejor momento para hidratar las plantas es a primera hora de la mañana. El atardecer o la noche provocan que se forme moho y que se acumule más humedad. Además, la luz de sol potenciará que se lleven a cabo los procesos nutricionales y la fotosíntesis.
¡Mucho cuidado!
Como habrás visto, no es necesario un riego abundante ni desmedido. Es importante optimizar este proceso para evitar el derroche del recurso hídrico, que es escaso y vital para la supervivencia de todo el ecosistema. En conclusión: primavera, jardín florecido y cuidado del agua pueden ser sinónimos. ¡A ponerlo en práctica!