Instituto: ¿El objetivo es claro?

La Gloria ganó algunos partidos y despertó a la ilusión de pelear por el título y entrar a una copa. La realidad indica que, entre líneas, en el club aspiran inicialmente a consolidar al equipo en primera, más allá que, de tanto escapar del fondo, lo de arriba empiece a quedar cerca.

La derrota 2-1 contra Argentinos Juniors acentuó en Instituto un estado de efervescencia interno, que venía madurando desde las últimas semanas con la sucesión de otros pasos en falso. Sobre todo, cuando el nivel de juego quedó expuesto, casi desnudo, cuando los resultados fueron adversos y no pudieron generar el efecto anestésico que logran los triunfos.

O sea, si el equipo juega mal pero gana, “no importa tanto”. Pero si no gana, o pierde partidos “ganables”, entonces sí todos se acuerdan del funcionamiento que lo muestra como un equipo más. Ni el peor, ni un candidato a campeón; a veces conoce sus limitaciones, juega de forma aceptable y gana; o bien se muestra limitado y pierde contra cualquiera que le mueve la pelota.

En ese universo, se chocan los diagnósticos y los pronósticos: ¿para qué está la Gloria? Las redes sociales son un torrente de opinión rebelde, sin reglas ni límites, que canaliza las emociones extremas. Allí vale insultar al mismo jugador que hace una semana se aplaudía. O se le exige al entrenador que el equipo vaya al frente porque hay “urgencia por pelear por algo”, sin dimensionar si realmente hay calidad para intentar algo así sin hacer disparates. ¿Acaso son el termómetro de lo que piensan todos los hinchas? Definitivamente, no.

Ya con el campeonato tomando velocidad y buscando definiciones, lo primero que hay que decir es que Instituto no se armó para ser campeón, más allá de que las circunstancias puedan acercarlo a esa posibilidad y el destino le coquetee mostrando que no es tan difícil llegar.

El objetivo más medular que tiene el club hoy es consolidarlo en primera. Afirmarlo. Solidificar sus bases para dejar de pensar en el descenso tan oscuro y temido. ¿Cómo se logra? Con un funcionamiento que refleje evolución. A partir de esa instancia, con puntos. Todo esto, en forma simultánea a un escenario muy complejo, en el que nadie acepta ni sobrevive a una derrota: el campeonato administrativo.

El presupuesto de Instituto no está ni cerca de otros que parecieran hablar el mismo idioma.
Entonces, todo lo que se reclame en función de aspirar al título o entrar a alguna copa, está alineado con la expectativa de alguna gente, al proyectar sus ilusiones. Nadie dice que Instituto no puede pelear arriba, o que tiene prohibido aspirar a una experiencia internacional: más bien, es necesario poner los pies sobre la tierra para valorar lo que futbolísticamente se ofrece en la cancha, sin elevar tanto la vara como para que, finalmente, el equipo no pueda alcanzarla.

El crédito de Dabove

El paso siguiente en el análisis es el referido al fútbol de la Gloria. La gestión de Diego Dabove ya tiene un recorrido extenso como para evaluar dónde está el equipo, en materia de evolución, con relación al proyecto trazado para esta temporada.
Entonces, nos llueven las preguntas:
1) ¿Hay un estilo, una huella del entrenador? Respuesta: no. Los planteamientos son básicos y el equipo no tiene ADN, mecanización ni chispa individual. Es previsible.
2) ¿Cuáles son los mayores aciertos de Dabove? Respuesta: la elección y respaldo a Roffo, Franco, Bay y Suárez. Puebla, en algún momento.
3) ¿Las asignaturas pendientes? Respuesta: justificar por qué son titulares Cuello y Acevedo; revisar si el doble cinco es con Bochi y Lodico; qué soluciones aportan Matías Romero (hoy lesionado), Pérez Casada, Mainero y hasta el propio Puebla, cuando se tira al costado; o Barrientos, confinado a ejecutar centros. ¿Qué imagina Dabove cuando mete al Chino Romero y Santiago Rodríguez, a cinco minutos del final?

Apuntes

* Algunos buenos jugadores han bajado su nivel. Ése es un territorio de directa incidencia del entrenador: una cosa es Acevedo (o Barrientos) como interno, cerca del eje del juego, y otra sobre el costado donde se funde interpretando (mal) el patrullaje de la banda.
* Bochi y Lodico son buenos jugadores, pero se reparten una sola función: la del volante central. Ni Bochi parece apto para ir lejos o manejar la distribución, ni Lodico se atreve a salir de la zona de confort para comprometerse más adelante, y prefiere no exponerse a espacios abiertos para protegerse tácticamente casi atado a Roberto. Por ese dato, más la inconsistencia de los que juegan por afuera, el mediocampo de Instituto es muy flojo.
* Para jugar como segunda punta, ¿Ignacio Russo es más que el Chino Romero? Puebla atrás del “9” hace valer la gambeta, la triangulación, la media distancia. ¿Por qué arranca desde el costado? Si Suárez participa poco, habrá que preguntarse qué hace el equipo para abastecerlo y acompañarlo, más allá de los centros que casi siempre gana.
* ¿La solución ofensiva es llenar de responsabilidades a los laterales? Así parece: cuando el nivel no mejora, todas las pelotas son para que Franco y Bay resuelvan como delanteros y vuelvan como atletas supersónicos.

Aprendizaje

Lo peor no es perder un partido, sino dejar pasar la derrota sin aprender de ella. Más allá de la clasificación, la posibilidad de ser campeón o de llegar a una copa, Instituto debe respetar su plan original y sus tiempos de maduración. Es la mejor manera de seguir transitando el camino, distribuyendo las responsabilidades que sean pertinentes: Dabove tiene algunas para asumir.