Alejandra Vilchez, médica neuróloga del Hospital san Roque y coordinadora del equipo multidisciplinario de movimientos anormales, habló en la Super Mañana de la Suquía.
Unas cien mil personas viven en Argentina con Parkinson, una enfermedad que afecta los movimientos, coordinación, tono muscular y el equilibrio. Si bien todavía no hay cura, existen tratamientos cada vez mejores que permiten que quien la padece pueda tener una buena calidad de vida.
En el año 1997, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el 11 de abril como el Día Mundial del Parkinson en conmemoración del aniversario del nacimiento de James Parkinson, el médico británico que describió por primera vez la enfermedad.
Alejandra Vilchez, médica neuróloga del Hospital san Roque y coordinadora del equipo multidisciplinario de movimientos anormales, habló al respecto con Lalo Freyre en la Super Mañana de la Suquía.
“Uno asocia el Parkinson con los temblores, pero no todos estos movimientos corresponden a esta enfermedad. El Parkinson tiene síntomas motores y no motores. Los primeros son los temblores, rigidez y movimientos lentos. Los segundos son dolores, depresión y pérdida de memoria. Hay múltiples síntomas que nos avisan que esta enfermedad está en curso. Por ende, es necesario un tratamiento multidisciplinario para mejorar la calidad de vida“, dijo la profesional.
Sobre la situación actual, la médica indicó: “Cura no tiene, pero la ciencia ha avanzado en un diagnóstico más precoz, con resonancia magnética al alcance de la población y otros métodos efectivos. También han avanzado los tratamientos. En la década del ´60 la expectativa de vida de una persona con Parkinson era de 10 años y hoy ese número es mucho mayor. Además, hay muchas ramas de la medicina que colabora con el tratamiento. El implante es otro avance, que se coloca para estimular las zonas que dejan de funcionar por la enfermedad“.
La base del Parkinson es la falta de dopamina, que es un neuro transmisor. Si bien se puede aportar con comprimidos, no es igual al que se genera de nacimiento.
“El implante se puede aplicar en personas que estén bajo tratamiento durante un buen tiempo, con mucha estimulación y que no tengan un deterioro avanzado a nivel neurológico. Se debe realizar en un estado medio de la enfermedad, no cuando ya no haya nada por hacer“, indicó la profesional.
Luego, agregó: “La incidencia aumenta entre los 60 y los 69 años, por lo que se considera una enfermedad de envejecimiento. Pero existen diferentes teorías, porque hay otras enfermedades que se consideran parkinsonismos, que no son candidatos quirúrgicos y el curso de la enfermedad es distinto“.
Los síntomas a considerar para realizar una consulta, según la especialista, son: temblor, movimientos lentos, rigidez, dolor, pérdida de la postura y caídas. Al advertir cualquiera de estas señales, se debe consultar con un médico neurólogo.