Esta enfermedad afecta a unas 400.000 personas en Argentina. Una detección temprana y el tratamiento adecuado son claves para cambiar significativamente el pronóstico.
La artritis reumatoidea es una enfermedad autoinmune crónica que afecta aproximadamente a 400.000 personas en Argentina, lo que representa entre el 0.5% y el 1% de la población adulta. Considerando que Córdoba concentra aproximadamente el 8-9% de la población total del país, se estima que entre 32.000 y 36.000 cordobeses podrían padecer artritis reumatoidea.
Su aparición es más frecuente a partir de los 40 años, sin embargo, también puede aparecer en la infancia. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el 70% de las personas que la padecen son mujeres.
“Si bien las causas de la artritis reumatoidea son desconocidas, se cree que pueden influir tanto factores genéticos como factores ambientales, entre ellos el tabaquismo y la flora microbiana que habita en nuestro cuerpo. Estos elementos pueden llevar a que el sistema inmunológico se confunda y nos ataque a nosotros mismos”, afirma la Carla Gobbi (MP 23590/3), médica reumatóloga, jefa de cátedra de Clínica Médica I en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba y directora de la Unidad de Educación de la Sociedad Argentina de Reumatología (SAR).
“La artritis reumatoidea es más que dolor en las articulaciones es una enfermedad sistémica que afecta a todo el cuerpo. Además de las articulaciones, puede comprometer los pulmones, el corazón e incluso el intestino“, subraya Gobbi.
Los síntomas se van instalando de a poco en un cuadro persistente y progresivo. Los pacientes experimentan dolor y/o hinchazón en las articulaciones, afectando principalmente manos, pies, pero puede avanzar a otras articulaciones como rodillas, tobillos y codos.
El objetivo primordial: la remisión
“La remisión es nuestro principal objetivo con los pacientes: lograr que no tengan articulaciones inflamadas ni dolorosas, que sus resultados de laboratorio sean normales y puedan llevar una vida cotidiana sin limitaciones. Aunque tengan el diagnóstico de artritis reumatoidea y usen medicación, esto no debería afectar su funcionalidad diaria. Eso es lo que entendemos por remisión“, explica Gobbi.
La remisión permite mejorar la calidad de vida, mantener la capacidad laboral y reducir los costos asociados a la enfermedad. Durante el último congreso de la Alianza Europea de Asociaciones de Reumatología (EULAR), la Alianza Global para el Acceso de Pacientes (GAfPA) presentó el ‘Glosario sobre el valor de la remisión en enfermedades reumáticas inflamatorias’. Este documento enfatiza que alcanzar la remisión no solo reduce hospitalizaciones y costos, sino que también mejora la calidad de vida, la salud física y mental, permitiendo a las personas llevar una vida plena y productiva. En este documento se destacan los datos de un estudio realizado en Argentina que revela que los costos indirectos, como la pérdida de días laborales, son 2,3 veces mayores en pacientes con la enfermedad activa que en aquellos que se encuentran en remisión.
“Afortunadamente, disponemos de múltiples opciones para tratar la artritis reumatoidea. Comenzamos con drogas sintéticas convencionales, como el metotrexato, sulfasalazina y leflunomida, que pueden combinarse según las necesidades del paciente. Nuestro objetivo principal es alcanzar la remisión, permitiendo al paciente vivir sin síntomas o con síntomas mínimos, aunque continúe con medicación. Si la enfermedad está muy activa y con las drogas convencionales los pacientes no logran la remisión, recurrimos a tratamientos más avanzados, como los biológicos y las pequeñas moléculas sintéticas. Los biológicos, compuestos por anticuerpos monoclonales, son de producción y manejo complejos, y se administran por vía endovenosa o subcutánea. En las últimas décadas, se han desarrollado pequeñas moléculas, como los inhibidores de JAK, que son tratamientos dirigidos capaces de bloquear señales inflamatorias a nivel celular. Estas opciones son útiles cuando los tratamientos convencionales no son suficientes“, explica la especialista, quien también destaca la personalización del tratamiento para cada paciente y la buena cobertura en la provincia.
Luego, agregó: “La cobertura de los tratamientos en Córdoba, en general, es muy buena; la mayoría de las mutuales los cubren, y aun para los pacientes sin obra social, muchas provincias pueden proveerlos a través de la salud pública. PAMI y Apross están cubriendo casi el 100% de los medicamentos de alto costo para la artritis reumatoidea, y diría que en general todas las prepagas y obras sociales lo hacen”.
“Es fundamental que los esfuerzos se enfoquen en detectar la artritis reumatoidea en sus etapas iniciales, lo que permitirá iniciar el tratamiento antes de que el daño articular sea irreversible. Nuestro objetivo es lograr un diagnóstico temprano. Instamos a las personas que experimenten síntomas de rigidez, fatiga, cansancio y dolor a acudir al hospital más cercano para recibir el tratamiento adecuado que detenga la enfermedad, previniendo daños anatómicos y deformidades. Queremos que los pacientes conserven su capacidad funcional, puedan trabajar, hacer deporte y llevar una vida normal, como si estuvieran sanos, gracias a las medicaciones que frenan la progresión de la enfermedad. Esto es posible cuando actuamos antes de que la articulación se dañe o se destruya.La colaboración entre el sistema de salud, los profesionales médicos y los pacientes es clave para mejorar los resultados y asegurar que todos reciban el tratamiento adecuado a tiempo”, concluye Gobbi.