La Bolsa de Comercio de Córdoba e Idesa expusieron las perspectivas para el año próximo ante funcionarios, empresarios, economistas y periodistas.
El Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba (BCC) e IDESA analizaron las perspectivas para la Argentina en 2022 en el marco del webinar que ofrecieron a funcionarios públicos, empresarios, economistas y medios.
Ambos institutos trabajan continuamente compartiendo ideas y reflexiones del panorama económico y social del país y de la región, y en esta oportunidad pusieron a disposición sus visiones.
En ese contexto, Fabio Ventre, subdirector de Instituto de Investigaciones Económicas de la BCC, destacó: “Si bien la aparición de nuevas variantes del Covid-19 genera incertidumbre sobre el avance de la situación sanitaria, los datos muestran que la economía mundial transita la pospandemia, al haber alcanzado este año niveles de actividad que superan los de 2019.”
“Incluso nuestros vecinos _agregó_, dejaron atrás la recesión y recuperaron niveles de actividad prepandemia. Los errores de la política económica y sanitaria llevaron a que la Argentina sea uno de los pocos países que no recuperó en 2021 los niveles de PBI de 2019.”
De cara al 2022, Ventre consideró que es clave la política monetaria de los Estados Unidos. “Tras alcanzar en noviembre la mayor inflación en 39 años, la Reserva Federal se vio forzada a iniciar el tapering, proceso gradual por el que reducirá sus estímulos a la economía norteamericana. Aunque se esperaba que el proceso finalice a mediados de 2022, habrá un aceleramiento de forma tal que el tapering termine en marzo”, explicó.
Añadió luego: “Mientras hace tres meses se asignaba un 50 por ciento de chances a la suba de las tasas de interés durante el próximo año, hoy es casi un hecho que la FED las aumentará; serían tres el año que viene; la primera apenas concluya el tapering”.
“El bajo nivel de reservas internacionales, la elevada inflación en conjunción con las bajas tasas de interés en pesos y la deuda pública llevan a que la Argentina sea el país más vulnerable del mundo a una suba de las tasas en Estados Unidos, de acuerdo a The Economist y Bloomberg Economics. Estos factores, sumados a las lecciones que nos deja la historia económica local reciente, lleva a que el rumbo que tome la FED sea un punto a seguir”, señaló Ventre.
Desafíos macroeconómicos
A su turno, Lucas Navarro, director del Instituto de Investigaciones Económicas de la BCC, consideró que “los principales desafíos macroeconómicos para 2022 serán corregir las fuertes distorsiones de precios relativos generadas en los dos últimos años, consecuencia de la estrategia del Gobierno de congelar tarifas y mantener el tipo de cambio oficial atrasado, para intentar contener sin éxito la inflación”
“Entre diciembre de 2019 y este mes, el precio de los bienes y servicios regulados subió 59% y el tipo de cambio oficial lo hizo en 69,9%, ambos muy por debajo de la inflación núcleo que fue de 118,3 por ciento”, graficó Navarro.
“Las políticas instrumentadas resultaron muy costosas _añadió_; el congelamiento de tarifas determinó un aumento del gasto en subsidios económicos, que pasaron del 1,5 a 3,1 por ciento del PBI en los dos últimos años, poniendo presión al déficit fiscal, que en gran medida se financió con emisión monetaria”.
Navarro recordó luego que “desde el 2000, el récord de financiamiento del Tesoro había sido en 2014, cuando llegó al 2,5% del PBI. En 2020, saltó al seis por ciento del producto y este año acumula tres del PBI. Es decir que gran parte de esos subsidios para contener la inflación terminan siendo inflacionarios. Esta expansión monetaria inflacionaria combinada con el atraso del tipo de cambio explica la creciente brecha cambiaria y la pérdida de reservas del Banco Central, que desde noviembre lleva vendidos 1.266 millones de dólares para sostener el tipo de cambio oficial, al punto que las reservas líquidas serían negativas”.
“Corregir estas distorsiones no será fácil. Dado que gran parte de los costos de generación de energía eléctrica y de gas están dolarizados, una aceleración en la apreciación del dólar oficial impactará en mayores subsidios, si se mantienen las tarifas congeladas, por un valor equivalente a 1,8% del PBI, lo que llevaría los subsidios a niveles máximos históricos. En cambio, si se actualizan las tarifas el impacto en inflación de un mayor ritmo de depreciación del peso, sería acotado”, subrayó el especialista.
Advirtió al respecto que “el corregir distorsiones de precios tienen un costo inflacionario temporario en el corto plazo, pero reducen los desequilibrios. Una vez hecho estos ajustes, es fundamental no volver a tropezar con la misma piedra y avanzar en reformas (previsional, laboral, tributaria) que ataquen el problema fiscal de forma estructural”.
Finalmente, Navarro señaló que “en la política monetaria también hay desafíos. Subir las tasas de interés nominales para ganarle la inflación, reduciría el poco atractivo de ahorrar en pesos, pero, por otro lado, presionaría al alza la emisión para el pago de intereses de deuda del Banco Central, lo que a la larga también presiona a la inflación. Esto hace más relevante aún la necesidad de reducir el déficit fiscal y cuasifiscal como condición necesaria para estabilizar la economía argentina”.
Mercado laboral
Por su parte, Jorge Colina, presidente de IDESA, planteó que el escenario del mercado laboral argentino tiene un comportamiento dispar respecto de la economía. Mientras ésta cae desde el 2017, el nivel de ocupación está por encima de ese año. La explicación pasa por el crecimiento del cuentapropismo y el empleo público. Así, se profundiza el carácter dual del mercado de trabajo argentino; sólo la mitad es formal y la otra mitad es informal.”
“El cuentapropismo creciente en una economía que se contrae es sinónimo de creación de empleo de baja productividad. La inflación más el crecimiento de empleos de baja productividad hace caer el salario real; cuando éste cae, sube la pobreza”, explicó Colina.
“Cuando el salario real cae, también se produce una agudización de la puja distributiva. Esto se observa en la intensificación del uso de las instituciones laborales, como lo son la negociación colectiva, los conflictos con empleadores y la litigiosidad laboral, para no perder o ser el que menos pierde salario real. Como las instituciones laborales llegan sólo a la mitad del mercado de trabajo, que es la parte formal, la puja distributiva sube la desigualdad”.
Deterioro de la clase media
A su turno, Virginia Giordano, coordinadora del equipo de investigación de IDESA, se refirió al deterioro de la clase media argentina: “A mediados del siglo pasado, la Argentina tenía estándares de vida muy altos y atípicos respecto a los de la región; fue así hasta entrada la década de los ‘70. Al contrario de la mayoría de los países vecinos que fueron mejorando, la Argentina -con vaivenes- hizo un proceso inverso. La calidad de vida va en permanente decadencia a lo largo de los últimos 50 años. La pandemia aceleró aún más este deterioro”.
“Una forma de analizar cómo disminuyó la calidad de vida de los argentinos es ver qué pasó con la ‘clase media’. En los últimos cinco años la movilidad social fue descendente; el estrato social más grande, con 41% de la población, fue el segmento de ingresos bajos, con casi 12 millones de argentinos considerados pobres. La clase media disminuyó a 41% de la población”, agregó Giordano.
Consideró luego que “uno de los principales factores que explica esta movilidad descendente es que la inflación crece por encima de los ingresos de las familias. La erosión que produce la inflación sobre la remuneración del trabajo informal es el fenómeno social más importante porque esa es la principal fuente de ingresos en los estratos sociales más bajos. A menos que la inflación baje, que no parece lo que vaya a suceder, se espera que esta situación se mantenga o empeore en el 2022”.
Giordano concluyó que “para mejorar la calidad de vida de la gente y volver a recuperar la tradicional clase media argentina es condición necesaria e imprescindible bajar la inflación. Para lograrlo, es necesario ordenar el Estado en sus tres niveles: nacional, provincial y municipal. Este es el camino para construir un Estado financieramente sostenible y con capacidad para administrar instituciones que den competitividad y logren buenos servicios a los ciudadanos y la producción. Bajo estas condiciones la inflación dejará de erosionar los ingresos de las familias y se creará un contexto favorable para la inversión privada. Esto, junto con la modernización de las instituciones laborales, es la manera genuina de sacar a la gente de la informalidad y, con ello, de la pobreza”.